Blogia
Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

Diario

La marcha atrás

La marcha atrás

Andar marcha atrás es algo que no se conocía hasta que a alguien se le ocurrió meter una marcha distinta en las cajas de cambios de los coches, con las consiguientes modificaciones técnicas que necesitase. No sé a quién se le ocurrió, pero fue un genio, aunque a veces rasque la palanca con un ruido más desagradable que el que haría Bukowski desencallando una flema del fondo de su garganta –permitid el culturetismo-.

 La marcha atrás también se emplea en el follar. Se intenta cuando uno quiere durar más, o cuando se hace sin preservativo y no se quiere dejar como la Capilla Sixtina la cavidad corporal elegida para la penetracíón.

 Yo empleo el término en la música. Por ejemplo, hay discos que te parecen muy buenos nada más escucharlos y, con el tiempo, pierden peso, no son para tanto. Ejemplo: Street Legal, de Dylan, o Neon Bible, de Arcade Fire. También hay macha atrás con los que empiezan bien, pero acaban deprisa, corriendo y mal. Para aclarar, Tatoo You, de los Stones; Gold, de Ryan Adams, o Desceded Like Vultures, de Rogue Wave. 

 Hay otra marcha atrás. Un día recibes una llamada que llevabas un año esperando pensando que te cambiaría la vida, pero al final te deja igual que estás. Jode mucho, de verdad.

 Por eso me he puesto nada más llegar a casa –y más tarde de lo habitual, para no variar- un disco que suena como un descapotable en el desierto de Nevada: Fading Trails, de Magnolia Electric Co. Un día tendría que hacer un post retrospectivo sobre Jason Molina, uno de esos cantantes que, se meta donde se meta o lo haga con quien lo haga, siempre saca algo fabuloso.

No somos nadie

No somos nadie

Intento no volver a pensar en que un día quise ser escritor. Sí suelo recordarme sentado en el patio de El Escorial con una máquina de escribir que le pedí prestada a mi tía. Tarde de verano fumando a escondidas, tecleando y tecleando hasta terminar una historia en horitas. Luego la olvidaba.

Es como masturbarse. Pasas un rato haciendo algo, hasta que termina y lo olvidas, pues no puedes retomarlo nada más quedar satisfecho. Sólo otro día, cuando te vuelve funcionar la imaginación, que a saber cuándo, te sientas a exprimir otras teclas.

Me fascina el siglo XXI. Con un blog, cualquiera puede ser leído en cualquier parte del mundo. Un comentario ácido, una palabra más alta que otra, un insulto indebido a quien no lo merece, cualquier cosa, tiene su repercusión. Pero, ¿qué fue de las ideas? El torrente de cagallones mentales tapa la brillantez de muy pocos. Me fijo en la música. Myspace es una casa de putas feas sin clientes.

Hace un par de siglos, quizás un poco más, pasaría lo mismo. Desde el siglo XVIII, la cantidad de libros publicados creció de manera espectacular. Los que manejaban la cultura se vieron desbordados por este incremento y porque cambió el significado de la palabra. Demasiados autores, demasiados libros, demasiadas obras, y mucha gente con cada vez más dinero para comprar y tiempo para leer, hasta sobrepasar la línea de lo que abarca el ser humano.

Ha llegado la situación a tal extremo que Internet sólo es un placebo para las aspiraciones frustradas de gente que busca un anticuado reconocimiento. Sí, puedes colgar tus dibujos, tus relatos, tus canciones, o lo que quieras. Tienes tu espacio, estás a la vista de todos hasta que caiga la última bomba. Pero no eres nadie. ¿Y cuándo volverá a haber alguien?

Todas las almas perdidas te dan la bienvenida a San Francisco

Todas las almas perdidas te dan la bienvenida a San Francisco

La lista de discos y canciones de 2007 se perdió, como se perdieron una gran cantidad de posts que quise escribir y no pude. Pero la música siempre es un buen argumento para volver a teclear y para dejar cada vez más claro lo lejos que nos encontramos de los músicos de verdad. Por eso puñeteo sobre las teclas. ¿Creéis que estaría ahora mismo así si tuviera la certeza de que me podría ganar la vida con una guitarra colgada? Tampoco creo que vaya a ganar mucho con el blog. No da pasta, pero al menos no me la quita.  

 Una buena excusa para actualizarlo es hablar de música. El martes me compré un disco de American Music Club. Sólo por el título, tendría que haberlos descubierto hace años, pero no me había lanzado a por nada suyo. The Golden Age es un gloria bendita. Como unos Wilco superelegantes y más sobrios. No podéis dejar de oír All The Lost Souls Welcome You To San Francisco, una canción que solo por el título ya te dice algo que no te dicen las demás. Vulgariza el resto de cosas que puedes escuchar en una vida.

 Tampoco puedo dejar de escuchar a Neko Case. Uno de mis posts perdidos –como las canciones de Calamaro- iba a ser un top ten con las mujeres más guapas de la historia del rock. No puede faltar Neko, una dama canadiense de pelo rojo y voz de hielo –o lo que sea-. Un bellezón de mujer capaz de hacer discos como catedrales. Si tenéis tiempo, pararos un rato con Fox Confesor Brings The Flood.

 Seguirá actualización.

Jazz en el taxi

Jazz en el taxi

A uno no le apetece mucho hacer nada cuando vuelve después de un día de trabajo en el que tu jefe ha adivinado las cartas que llevas sin haberlas mirado siquiera. No tenía muchas ganas de cenar, así que he abierto media chapata –de las que hacen herida en el paladar al morder- y le he metido queso de burgos, pimientos rojos y beicon bien frito. El pan rezumaba la grasa de la carne mezclada con el aceite de la sartén y, si no me falla el GPS, todo se está juntando felizmente en algún punto entre mi boca y mi ano, a la espera de que el café matutino les dé salida en forma de bonitos copos de mierda.

 Por desgracia, en el último año he tenido que coger más taxis de los que nunca hubiera deseado. No me gusta ir en coches de pago. Prefiero conducir o coger el autobús, pero bendito atasco el del martes. Llegaba tarde a mi cita con pizzawoman –a.k.a. Mi fan número uno- y cacé uno en la Glorieta de Bilbao. Tardé dos semáforos en darme cuenta de que iba escuchando jazz.

 Sí, jazz. Considero el jazz música de snobs a los que les encanta decir “a mí me gusta el jazz”, salvo personas mayores de 40 –ya saben, mis estereotipos y yo-. A mí no me apasiona, pero escucharlo en un taxi abrió una inmensa grieta, o un pequeño agujero, según se mire, en mi concepción de la raza peseto. Los creía insalvables. Siempre me he cruzado con porreros, borrachos, imprudentes, coperos, sereros, del Madrid, del Atleti, de la Virgen, de los Maiden o del Bustamante. Al bajar, le dije al taxista que vaya gustazo de viaje y le dejé propina.

Mosca muerta. Un problema menos

Mosca muerta. Un problema menos

Está claro que mi habitación sólo ha concedido cédula de habitabilidad a un alma viviente, y es la mía. Ahora que el otro socio mayoritario del agujero en la pared se ha marchado hasta no se sabe cuándo, soy el único con permiso, y  me jode que entre la maldita mosca que está rondando la lámpara y la pantalla del ordenador. Es del tamaño de un puño, negra como los cojones de un grillo e igual de asquerosa que un escupitajo de marinero.

 Vuelvo a la blogosfera de mala leche. Tengo ganas de aplastar a ese maldito insecto. Se pavonea delante de mí, como todas esas tías del autobús, y luego aparca el bullas lejos.

 La he cazado. Apuntadlo en mi cuenta, al lado de la línea que dice “escéptico sobre la responsabilidad de la actividad humana en el supuesto cambio climático”. Por ejemplo: “mata-moscas: un día mató a una”.

Escapé, pero poco tiempo

Escapé, pero poco tiempo

He desaparecido unos días para ir a la sierra a tocarme las narices, ver nieve, pasar frío, comer como una bestia y pasarlo muy bien. Qué raro se me ha hecho cuando he vuelto, parecía domingo por la tarde y era miércoles por la mañana. Acabas la escapada, llegas a Nuevos Ministerios y te cruzas con gente que va a trabajar. Tú sólo piensas en descargar las fotos en el ordenador y en readaptarte para que el golpe con los semáforos no sea tan duro. Borro los mensajes basura de las cuentas de correo y me pongo al día. Pero es difícil volver a conectar. La aguja ha cogido polvo, aunque estará bien antes de lo que quisiera. Cojo las guitarras, los cables y un ampli, y me largo a tocar. El resto, lo de siempre.


Otro día escribiré más. Ahora estoy cansado, voy a dormir caliente.


**Sigo pensando en mi cita musical anual con lo que más me ha gustado de 2007. No creo que este año haya una lista como el año pasado. Será más breve, más digerible, pero igualmente recomendable. Pronto escribiré más**

El talento y otras cosas que obsesionan al que aquí escribe

El talento y otras cosas que obsesionan al que aquí escribe

Me tiene obsesionado el talento que veo alrededor. Es jodido intentar buscar el mío dentro cuando tengo los ojos puestos fuera y me gusta lo que veo. Seamos poco modestos esta vez.


Por ejemplo, creo que podría escribir canciones. No digo que fueran buenas, digo que podría. Sé tocar la guitarra, conozco los rudimentos teóricos para hacer melodías y puedo juntar palabras no soeces y conseguir que algunas rimen. El problema es que me paso el día escuchando las canciones de otros y no pierdo el tiempo conmigo mismo. Tampoco sé cantar, tengo menos oído que una tabla de madera.


Otro ejemplo. Estoy seguro de que podría escribir mejor de lo que hago ahora e, incluso, más. Es decir, más y mejor. Sin embargo, me da pereza. Sigo leyendo libros y, por muy simples que me parezcan, acabo perdido en un laberinto porque me pongo a pensar en la trama, en cómo se le ha podido ocurrir al escritor, en qué podría hacer yo para elaborar algo parecido como ejercicio práctico… Escribir sobre uno mismo, como ahora, es aburrido. Lo bonito sería crear personajes totalmente distintos a nosotros, pero no me veo capaz. Además, me suele dar gafe hablar de escribir. Doy algo por hecho, como que voy a escribir una historia nueva, y se me gafa.


También creo que algún día podría llegar a ser un buen periodista, pero veo tantas cosas que se me caen el alma y la moral a los pies. La solución está en echar currículos y mirar a otro lado.


**Muchas gracias por venir a la fiesta y por los regalos, a todos. Se me acumulan los libros y los discos. Ya nos vemos pronto otro día para reestrenar mis 23. Abrazos**

Nuestro gemelo en Norteamérica

Nos habían engañado. Creíamos que eran muy originales y muy cool por llamarse Tulsa e imitar el sonido americano, pero resulta que hay otra banda con el mismo nombre en Massachussets.

Me dejó frío el disco de los Tulsa españoles. Ni chicha ni limoná-kis. Las letras son apaños para un roto y, aunque el sonido consigue lo que quiere –quizás demasiado perfecto-, la voz me mata. Es exagerada, sobreactúa.

 Supongo que es difícil conseguir ser americano habiendo nacido en España. Un día escuché a un músico español de los de MTV diciendo que los del otro lado del charco conectaban una guitarra a un radiador y lograban un sonido imposible en cualquier otra parte de la tierra. Si te pones a escuchar los discos de rock americano, country, alt county, country noir y toda esa rama, encuentras que casi puedes oír la púa golpeando las cuerdas de la acústica, los instrumentos son fáciles de diferenciar –no hay solos que aparecen y desaparecen por arte de magia-, no se complican la vida con arreglos de producción… aunque seguro que también tienen trampa y cartón.

A todos los que tocamos la guitarra nos gustaría sonar como algún guitarrista de Estados Unidos, ser el gemelo de alguien de allí, o qué coño, al revés, haber nacido en algún estado y habernos comprado la primera guitarra en la tienda de la ciudad, no en el Musical Bemol. Pero qué le vamos a hacer, será difícil.

La mortadela

La mortadela

Me sorprendo a mi mismo levantado a las siete y media de la mañana, yendo de una punta a otra del pasillo, haciendo tiempo para el desayuno mientras me pienso si vuelvo a la cama. No me he acostado otra vez. Me he obligado a permanecer con los ojos abiertos porque si me hubiera echado, estaría dando vueltas con el dos de oros.

 Un resfriado es una buena excusa para actualizar el blog. Cuando uno tiene un constipado como el que tengo yo, el dormir se vuelve liviano y cualquier mosca ahuyenta el sueño que tanto costó coger de noche. Los problemas para el descanso se agravan cuando no es una mosca, sino cuatro personas, las que se levantan antes que tú. Duchas, secadores, andar sobre el parqué, abrir puerta y cerrar puerta... Hoy será un día largo.

 Tengo que pagar una multa. Cada vez encuentro más indicios que apuntan a que este resfriado es una reacción psicosomática al estrés que me produce la jodida sanción. Hay que pensar que no todo en esta vida es pagar, que la felicidad es alcanzable por otros medios. Hay que olvidar que sueltas la plata antes de descubrir un buen disco, ya sea pagando Internet, comprándolo en la tienda o cumpliendo con la mensualidad del portátil. No debes acordarte de que has soltado cinco euros, en el día del espectador, por ver Cassandra's Dream, o de la mortadela que gasta uno en los intragables sándwiches de la máquina sólo para tener una excusa para no volver a fumar...

 Por la sombra

¿Quién desenchufó el descodificador?

¿Quién desenchufó el descodificador? Leo desde hace mucho tiempo El Descodificador, el blog de televisión de elmundo.es y me ha sorprendido que, desde ayer, ya no está colgado en la página. Imagino que el estar dándole de leches a todo El Mundo habrá terminado de hartar a alguien. A mí me hacía gracia, pero como no veía la mitad de los programas de los que hablaba, pues me sentía perdido, como el que va un día al Bernabéu y pregunta si todavía juega Karembeu al ver a Drenthe. Lo malo de este tío es que empezó a mezclar peras con manzanas, televisión con política, y ahí se le fue la olla. Decía que no entraba al trapo de los que le criticaban en el foro, pero lo hacía. Poco a poco le fue quemando, y en los últimos textos se le notaba amargado y rabioso, justo como uno al que criticaba mucho en su página. ¡El Descodificador ha muerto, viva la antena analógica! 

La dichosa tortuga de Blade Runner

La dichosa tortuga de Blade Runner

Qué queréis que os diga: yo, cuando intento ver Blade Runner, me quedo dormido a los veinte minutos, en el momento en el que el replicante y el hombre que chupa un cigarrillo como si fuera una alita de pollo empiezan a hablar de tortugas en la playa. Luego me despierto en el final y no le encuentro sentido a lo que dice Rutger Hauer. Hace mucho que no le doy otra oportunidad, pero creo que tendría que tomar tanto café para aguantar que, otra vez en el mismo instante en el que hablan del galápago, me tendría que levantar para aliviarme del efecto laxante. Por no haber visto Blade Runner he sido crucificado verbalmente, menospreciado, duchado por húmedos “pfff” y calificado como “mente inane” y otros insultillos que sólo se me ocurren a mí cuando me levanto por las mañanas.

El cine y yo no nos hemos llevado muy bien. Igual que escucho cualquier cosa que me cae entre las manos, soy incapaz de sentarme a ver una película porque no tengo nada que hacer. Es lo último que se me pasa por la cabeza, y sé que es un pecado tan grande como no leer, pisar los museos en la noche blanca o dejar que pasen dos semanas desde la última vez que escribí en el blog.

Para compensar, dejo varias recomendaciones. Promesas del Este, si queréis pasar una tarde en el cine. Heart of Gold, el DVD de Neil Young con su concierto en el Auditorio Ryman de Nashville, si estáis esperando a que salga el PES nuevo y no sabéis para qué utilizar la Playstation. Está barato en la FNAC, no más de diez euros.

Y, como si no hablase de música esto no sería mi blog, varios discos que suenan últimamente en el despacho oval: Are we not horses, de los Rock Plaza Central; Time Being, de Ron Sexsmith; I see a darkness, de Bonnie ‘Prince’ Billy; Puzzles like you, de Mojave 3; Between daylight and dark, de Mary Gauthier; The Shepherd’s Dog, de Iron&Wine. Éste último es una maravilla.

Ya saldrán más discos y más posts.

**Queridos aficionados a la música de la que hablo: muy atentos a la BSO de I’m not there, la película que van a estrenar sobre Dylan. Visitad el myspace, www.myspace.com/imnotther, y agarraros. Cuando leí el tracklist –otra vez la palabreja- sentí como si me hubieran metido una gallina en los calzoncillos**

Mis Back Pages

Mis Back Pages

Acabo de terminar de organizar los discos de mi habitación. No sé por qué me dio por ahí el lunes, pero el caso es que me puse a sacar unos de un sitio, a meter otros, comprobar que estuvieran en el estuche y cambiarlos de orden. Ahora están, más o menos, así: los que no conocería C.T. -un compañero de 2º de Bachillerato al que no veo desde entonces-, españoles, españoles cantando en ingles, recopilatorios y discos de los que me avergüenzo.

Éstos últimos son sorprendentes. Cualquiera de vosotros se podría reír de mí después de haberme leído acerca de Wilco, Beth Orton y otros que C.T. no conoce si me viera con los ocultos entre las manos. Y no me refiero a tener discos de Ariel Rot, alguno de Aerosmith o haber sorprendido en la estantería alguno de mi hermana -Robbie Williams, por ejemplo-. No. Hablo de algunas cosas inclasificables, piezas únicas que han cambiado la capacidad de reproducir sonido por la de absorber polvo, estuches que sacan a la primera fila a personajes dignos de ser modelos de un manual acerca del "No ser así".

Por motivos personales, y para curarme de humildad para el resto de mis días como guitarrista, tengo que poner en esta lista el concierto de los Holy Days en Clamores hace ya casi tres años. A mí no me gusta cómo sueno y tengo que esconderlo aquí. Si alguien viene a mi casa y me pide que se lo ponga, le haría escuchar antes al siguiente avergonzante: el Chufas. Seamos justos: lo pasé genial con los Holy Days, ganamos pasta y con ellos di la mayoría de los mejores conciertos. La mala suerte hizo que el que grabáramos fuera el peor.

Pero volvamos al Chufas y su CD. Es la maqueta del tipo que me enseñó a tocar. La grabó con mi guitarra y las canciones son tan malas que ni el polvo se ha pegado a ellas. Una mezcla entre Enrique Urquijo, Queen y Chavela Vargas que ni Tracy Lords se tragaría. Poesía de Primaria compuesta en casa a oscuras tras haber llegado de una convivencia cristiana. Sí, yo también lo hice, pero no haber registrado grabación alguna me da un punto más de decencia. Además, yo no me hubiera equivocado: Yesterday la canta Paul McCartney -Chufas se la otorga a Lennon en un verso-.

Mi querido ex colega se dedicó a tocar por los garitos de cansautores con camisetas de tirantes y el mismo flequillo que hubiera tenido Roger McGuinn si se hubiese peinado con la raya en medio. Yo formaba parte de su público, aunque para aumentar más la ejemplificación del "No ser así", hay que decir que la mayor parte de la gente que iba a sus conciertos eran profesores suyos, cuarentones ávidos de escuchar algo que reviviera en su interior la misma emoción que encontraron al oír Ojos de gata por primera vez. La historia, al final, es triste: Chufas grabó otra maqueta más, que yo sepa, pero no un disco. Se dejó engañar por un ex miembro de un conocido grupo de la movida -¡llegó a empeñar la guitarra de Chufas!- y ahora toca por ahí con bandas de versiones. Seamos justos: era un tipo listo, tenía buena carrera y no se le daba mal lo que hacía. Seguro que ahora está gastando un pastizal.

Otro disco de los que me avergüenzo es de la maqueta de unos jipis que hacían canciones con las que pretendían salvar la tierra del terrible homo sapiens. Tienen el mismo nombre que el central hispano-suizo del Arsenal, pero no su contundencia. No lo escuché mucho, la verdad. Conocía a una de las cantantes y estuve en un concierto. A los cinco minutos salí a buscar la lata de gasolina y el mechero pero, cuando volví, ya había acabado el concierto. No había nada que quemar por lo que no me acusaran de homicidio o de simples actos vandálicos. Pude haber sido un héroe si hubiera llevado un arma encima, pero mi leyenda no tuvo el impulso necesitado.

Por supuesto, hay más cosas, pero creo que ya he escrito suficiente. Todos los que damos por sabido lo habido y por haber tenemos un lado oscuro, unos calzoncillos rosas o un agujero en el pantalón. Estos tres son parte de mis Back Pages.

Intelectual

Intelectual

La producción bloguera ha caído. Y no sólo me refiero a las bitácoras que tengo enlazadas con tela de araña en  mi propia página, sino a mí. Yo, se supone, iba para escritor. En cuanto leí tres cosas ya creí que sería el nuevo Hemingway. Daría un pelotazo con el segundo libro, la gente redescubriría el primero y a vivir de las rentas. Me dedicaría a beber ron añejo y fumar caros habanos, follar mujeres bonitas y dejar una embarazada en cada continente -a lo mejor dos en América del Sur, que es muy grande-.

Luego me establecería definitivamente en Madrid y sería habitual de alguna tertulia. Podría ser como el intelectual que baja la voz cuando va a comunicar la verdad a los demás. Ése que estruja el gesto y acompaña con una dócil mano la perorata. A veces, mis argumentos escaparían en un susurro con el que trataría de convencer a otro intelectual. Éste no me escucharía. Sonreiría y asentirá, y yo creería que asume mis argumentos sin saber que en su cabeza tiene atorada su verdad, superior y única también. Sí, esa pose de intelectual taciturno me sentaría tan bien. Además, podría ir con la cabeza rapada o llevar gafas llamativas. Defendería la legalización de la marihuana y no votaría nunca -o a IU, que es lo mismo-...

Pero no tengo madera. Más bien, tengo lorza y pereza a partes iguales. Además, me falta lo más importante para esto: talento. Reconozco que sería bueno, de los mejores del mundo, si me pagaran por comer croquetas u orinar borracho en la calle, pero veo a tanta gente que lo hace que me parece vulgar, mundano y poco original. Podría ser tantas cosas... que al final seré lo menos complicado.

Plantígrado

Plantígrado   S.O.L.E. me acaba de llamar plantígrado. Siempre me dice que debo andar con más cuidado, que hago mucho ruido al pisar el parqué y que despierto a todo el mundo: a mi padre, a mis hermanas, a los de abajo, a los del ambulatorio de enfrente... Pero cuanto más cuidado pongo, más dice que molesto. Yo le he dicho que ella no es precisamente un cisne en el estanque cuando anda por casa y me ha llamado eso: plantígrado.

  Es mi último mote, y puedo asegurar que es el más original y espontáneo que me han podido poner. Todavía me estoy recuperando del golpe. Ni a mí se me hubiera ocurrido. Qué genialidad. Es sublime, pero no puedo reír ese ingenio, ha sido una respuesta tan rápida a mi órdago -S.O.L.E. dejó hace muchos años de ser algo similar a un cisne- que todavía me estoy recuperando.

plantígrado, da.

(Del lat. planta, planta del pie, y ‒́grado).

1. adj. Zool. Se dice de los cuadrúpedos que al andar apoyan en el suelo toda la planta de los pies y las manos; p. ej., el oso, el tejón. U. t. c. s.

Oso..., tejón... Creo recordar que hubo un tiempo en que en la sierra me llamaban jabalí. También era ingenioso el mote, aunque me terminaron llamando canuto, por eso de los porros. David me llama alguna vez Madona, por tener los dos paletos tremendamente separados. Este el defecto que primero salta a la vista cuando alguien me conoce. Incluso antes de soltar un taco o algo soez entre los dos dientes, ve el oscuro hueco. Noto cómo todos miran. Los dos ojos se concentran en el mismo punto, situado apenas cuatro centímetros debajo de la nariz. Algunos se quedan un poco bizcos de la fijación, pero no pasa nada. Se tolera.

Al S.O.L.E. también debo otro mote: cangrejo. Cuando empecé a salir, recuerdos que se pierden en la noche de los tiempos, me llamaba al teléfono para saber qué hacía. Los que no lo sepan, han de tener en cuenta la confidencia: lo sigue haciendo. Mis amigos llegaron a la conclusión de que me tenía más controlado que a un cangrejo en un cubo. Algunos gesticulaban, y gesticulan, mientras hablo con ella haciendo pinzas con las manos y andando hacia atrás.

Hay otro mote que perdura vaya a donde vaya, haga lo que haga, diga lo que diga: abuelo. Me parece que comenzó cuando jugaba al baloncesto. Los de mi equipo me lo empezaron a llamar porque me lesionaba mucho. En el colegio me lo decían por escuchar a Bob Dylan y los Beatles. En la universidad, por eso mismo y por ponerme chaquetas de lana -sí, de lana-. En el trabajo, porque siempre me estoy quejando del maldito aire acondicionado -me da en la puta cabeza el chorro- y por haberme pasado al gin-tonic.

**Venga, ahora os toca a vosotros. Dejad en los comentarios vuestros motes**

Desafortunadas visiones en la madrugada de un jueves

Desafortunadas visiones en la madrugada de un jueves

   No puedo callármelo. Esta noche, cuando ya llegaba a casa, he visto una de esas cosas que hubiera sido mejor que la vida no me hubiera reservado. Hace poco tuve un desafortunado encuentro en el autobús con un viejo erecto. Esta noche he visto a una negrota meando en la calle. Estaba en cuclillas al lado de una cabina de teléfono y el vertido le salpicaba los tobillos. Caía como si alguien se hubiera dejado un enorme bidón de aceite abierto boca abajo. Ni en el peor cuento de Bukowski hubiera aparecido algo así.

  Apreté el paso y me metí en casa con la sana intención de beber un vaso de agua, cenar y olvidarme de todo. Pero todavía no he podido.

Reflexiones antes de la Champions

Reflexiones antes de la <i>Champions</i>   Cómo me gusta. Empieza la Liga de Campeones, la competición de las competiciones en fútbol junto con el Mundial. Cuatro equipos españoles y buenos cruces para comenzar: Real Madrid-Werder Bremen, Schalke-Valencia, Barcelona-Lyon y Arsenal-Sevilla. Mejor, imposible.

Varias cuestiones:

  1. El Madrid de Heynckes ganó la Champions tras una Liga de Capello. ¿Pasará lo mismo este año con Schuster?
  2. El Lyon ganó en los dos últimos estrenos europeos al Real Madrid. ¿Hará lo mismo este año con el Barcelona? ¿Dará por fin la cara el rey de Francia?
  3. ¿Qué hará el Sevilla? Competición que juega, final que disputa. No tiene un comienzo fácil. El Arsenal no tiene figuras pero es el líder de la Liga Inglesa... y le va a costar sangre, sudor y lágrimas al Manchester, al Chelsea o al Liverpool echarlo de ahí.
  4. ¿Y el Valencia? ¿Le queda grande ese banquillo a Quique? ¿Podrá la base de la selección dar la cara antes de la Eurocopa en el torneo continental de clubes? Su papel en esta Liga de Campeones puede ser un reflejo de lo que haga España en Austria y Suiza.

Abrazos a todos.

Nadie me siguió

Nadie me siguió   Me conectaré a Internet mientras pueda seguir chupando conexión del vecino. Y mientras tenga conexión aquí, actualizaré el blog. Todo sigue adelante, despacito, como la cola para ver a un gran artista que firma discos. Luego, cuando acaba, pasa como una flecha Preciados arriba y se sube a un taxi para esquivar a los fans, pero éste se para en el semáforo que hay dos metros más adelante. Los brazos se estiran hacia él, ya sea por la ventanilla del conductor, la del copiloto, tratando de abrir las puertas o metiendo el puño por el tubo de escape, pero no lo tocan. El semáforo se pone en verde, una chica sale despedida, pero vuelve a pararse al torcer a Gran Vía. Más gente tira hacia allá, pero yo ya tengo la imagen.

  Está más gordo y ha exagerado su melena rizada. Dice que es feliz a pesar de que no puede pasear por el centro de Madrid sin tener que llevar gorila. Al final, coge el camino fácil, el del taxi y se larga. Yo ya me he quedado con la imagen mientras otros se las ingenian para ser atropellados por El Gran Andrés montado en su coche de compromiso. Mi fan número uno y yo vamos al metro, pero, sorprendentemente, nadie nos sigue.

  He estado de compras disqueras: Essence, de Lucinda Williams; Other Songs, de Ron Sexsmith; I See a Darkness, de Bonnie Prince Billy. De la primera ya os he hablado en otro momento. Es toda una señora de gorro y botas de vaquera, con aliento de Bourbon y ojos de ángel borracho. De Ron Sexsmith había escuchado Blue Boy y, sinceramente, no sé cómo ha podido pasar tanto tiempo sin que haya probado otra cosa suya. De Bonnie Prince Billy sólo había escuchado un disco que me dejó la estrella del porno sueco. El miércoles puso una canción de éste en el hotel de la leche neutra y me gustó tanto que voy a darle una oportunidad al disco entero.

  Ya os contaré cómo me lo hago con ellos. Que os vaya bien a todos con todo. Y ya nos vemos pronto.

Y que vaya con Dios

  Cuando empezó todo, me tiré cerca de un mes sin escribir. No quiero que me pase ahora y, aunque esté bloqueado, haré el esfuerzo de puñetear sobre el teclado, aunque sea sólo para agradeceros haber estado cerca, preguntar, mandar mensajes, llamar por teléfono y ese tipo de cosas que la gente hace por los que quiere y por los suyos, no sólo ayer, sino todo este tiempo.

  Lo dicho: muchas gracias de parte de todos. Y que vaya con Dios.

Lo guarro del fútbol

Lo guarro del fútbol   Esta imagen es una de las cosas a las que me refiero cuando digo que la prensa deportiva apesta. Bueno, cierta parte de la prensa deportiva, que yo me ducho todos los días. Nada más levantarme, he abierto las páginas web de As y Marca. El diario de Prisa vendía la burra: Robben y Heinze jugarán el derbi. Marca titulaba con algo parecido a que iba a ser el derbi de los derrochadores.

  Ahora, a eso de la una y media, Marca cuelga el titular: Robben y Heinze son descartados por Schuster. As tarda en reaccionar, pero la burra ya está vendida, incluso después de que ayer el holandés no entrenara por problemas en una rodilla -¿será que lo han fichado lesionado o me lo parece a mí?-. ¿Es así como le está comiendo terreno a Marca, vendiendo burras y pintando gatos como leones? Desconozco a qué hora de la mañana habrán puesto esa portada en la versión digital -no he leído el impreso, a lo mejor es la primera y todo-, pero la mentira ya estaba en el plasma.

   Una última recomendación para hoy: leer el post de El Descodificador, el blog de televisión de El Mundo. Y luego, leer el editorial de El País que menciona. Todavía no he hecho lo segundo, pero lo haré nada más llegar al trabajo hoy. Que tengáis buen fin de semana.