Mosca muerta. Un problema menos
Está claro que mi habitación sólo ha concedido cédula de habitabilidad a un alma viviente, y es la mía. Ahora que el otro socio mayoritario del agujero en la pared se ha marchado hasta no se sabe cuándo, soy el único con permiso, y me jode que entre la maldita mosca que está rondando la lámpara y la pantalla del ordenador. Es del tamaño de un puño, negra como los cojones de un grillo e igual de asquerosa que un escupitajo de marinero.
Vuelvo a la blogosfera de mala leche. Tengo ganas de aplastar a ese maldito insecto. Se pavonea delante de mí, como todas esas tías del autobús, y luego aparca el bullas lejos.
La he cazado. Apuntadlo en mi cuenta, al lado de la línea que dice “escéptico sobre la responsabilidad de la actividad humana en el supuesto cambio climático”. Por ejemplo: “mata-moscas: un día mató a una”.
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Frank Einstein -
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