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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

¡Arded en el infierno, piquetes!

¡Arded en el infierno, piquetes!

Hoy arden en el infierno los piquetes, esos que te miran mal cuando no cumples una huelga o te desmarcas de la posición general de parón. Por ejemplo, hoy, que era el día de los móviles caídos.

Me la pela. Si pasa algo, si alguien quiere saber de mí o si yo quiero saber de alguien, utilizo el teléfono. Y si no estoy en casa, utilizo el móvil. Y si una persona trabaja en algo para lo que le es fundamental utilizar el teléfono, no hace jornada del móvil caído, tiene que ganarse la vida. No conozco a nadie que no lo necesite en 2007. Hoy he visto acciones de piquete en la universidad. Cosas sin importancia, pero graves. Si no quiero hacer huelga, no la voy a hacer y no te queda otra que respetarme, que ya me las arreglaré yo con lo mío.

Sí, es verdad que tengo contrato y que no me pago lo que llamo, pero podría hacerlo a diferencia de muchos de os que hoy han decidido apagar el móvil. ¿Subida de la tarifa? Bueno, la mayor parte de la gente que cambia de teléfono se compra uno con cámara de fotos de muchos megapíxeles, posibilidad de grabar vídeo y mp3, todo incluido en un trasto tan fino como una loncha de jamón. Es decir, se gastan la pasta en teléfonos de última generación para no usarlo porque es muy caro.

Otro tipo de piquete: el que responde mal o se siente ofendido cuando defiendes una postura distinta a la que lleva a la espiral de silencio. Es decir, dos se ponen de acuerdo para protestar por algo, lo dicen a otros más y éstos no dan su opinión o no entran a analizar la propuesta. Los dos primeros creen que la indiferencia o desconocimiento de los primeros receptores es un signo inequívoco de su adhesión, por lo que los apuntan en sus filas, algo que ni les va ni les viene a los aludidos. Es decir, se ha formado una mayoría ficticia de dos personas que, cuando encuentran una respuesta contraria, ejercen el papel de víctimas y de ofendidos. Siguen adelante con el plan a pesar de todo y, cuando hay que defenderlo y sacarlo adelante, se echan atrás porque el grupo con el que formaron la mayoría ficticia ejerce de manera pasiva su irreal adhesión.

Fight Test

Fight Test

Mañana empieza la última mitad de mi último año de carrera. Es decir, de aquí a cuatro meses empezaré la larga travesía por el desierto -como muchos de los que leéis esto-. Me asaltan preguntas, dudas, miedos y todo eso que nos hace sentir inseguros y tan poco confiados en nosotros mismos que hace que seamos tan reticentes a las novedades. Siempre pienso que al menos me planteo estas cosas. Estoy seguro que otros en mi misma situación ni siquiera saben que los cambios llegan aunque nos encerremos en una esfera de cristal.

No es santo de mi devoción, pero Hemingway pulsó la tecla con El viejo y el mar. Un hombre se pierde en el inmenso azul cuando está de pesca porque pelea con un gran pez que no quiere dejar escapar. Mientras tira de él, el bicho se va haciendo herida con el anzuelo tirando en la otra dirección y otros peces lo van mordisqueando. Él tiene que dirigir la barquita, cada vez más vejada, hacia tierra, pero no quiere soltar su presa. Lógico pues es que cuando lo saca del agua descubre que lo que parecía un enorme atún -o el pez que más os guste- se ha quedado en una espina de sardina. Más o menos, eso es el libro.

Cualquier día de estos tendremos que sacar a la superficie todo lo que venimos arrastrando. Puede que nos pase como al viejo del libro, puede que saquemos una lata de coca cola vacía o un tampón usado, o quizás salga algo bonito, algo de lo que estemos orgullosos y que nos haga feliz.

Y es que hay gente que juega a engañar y se engaña a sí misma por no ser valiente. Esto me recuerda a otro libro -qué literario me pongo esta madrugada-. En Nuestro hombre en La Habana, el protagonista es reclutado de manera forzosa para ser espía. De manera forzosa, porque cuando le fichan en el baño de un bar no tiene el valor de decir no. Ni siquiera tiene valor para decir que no una vez que empieza a cumplir sus misiones inventando personajes y haciendo pasar los planos de las aspiradoras que vende por mapas estratégicos sobre bases e instalaciones militares. Una y otra vez lo hace, pero no tiene el valor de dejarlo todo y seguir comerciando tranquilamente con electrodomésticos.

Quería terminar hablando de alguna canción que fuera acorde con lo que he escrito, pero ahora mismo no recuerdo ninguna. Hablaría de Turn!, Turn!, Turn!, pero quizás sea demasiado obvio. Además, dice que para todo en esta vida hay un tiempo y lo único que nos cabe hacer en estas ocasiones es enfrentarnos con firmeza a lo que nos toca.

¡Ya está!

I thought I was smart
I thought I was right
I thought it better not to fight
I thought there was a virtue, in always being cool
So it came time to fight
I thought "I'll just step aside"
And that the time will prove you wrong
And that you would be a fool
I don't know where the sunbeams end
And the starlight begins
It's all a mystery
Oh. To fight is to defend
If it's not now then tell me when
Would be the time
That you would stand up and be a man
For to lose I could accept
But to surrender I just wept
And regretted this moment
oh that
I was the fool
I don't know where the sunbeams end
And the starlight begins
It's all a mystery
And I don't know how a man decides
What's right for his own life
It's all a mystery
'Cause I'm a man, not a boy
And there are things you can't avoid
You have to face them
When you're not prepared to face them
If I could I would
But you're with him, now it'd do no good
I should've fought him
But instead I let him
I let him take it

**Es Fight Test, de The Flaming Lips. La primera de Yoshimi Battles The Pink Robots. Mucha suerte a todos con vuestros exámenes**

In The Reins, Iron & Wine/Calexico

<i>In The Reins</i>, Iron & Wine/Calexico

Hay quien dice -lo juro- que los mejores discos son los cortos -no más de un equipo de fútbol de canciones- y que, generalmente, los discos largos -una convocatoria para un partido de Primera- suelen ser malos. No me decanto. Es cuestión simplemente de la actitud al escuchar los discos y la dosis de paciencia que le ponga cada uno. Reconozco que he podido escuchar Exile On Main Street del tirón muy pocas veces, pero sí lo he conseguido con Being There. No son malos discos, ni agotan la paciencia o piden a gritos un sitio cómodo en la estantería donde estar una larga temporada acumulando polvo.

También hay quien dice que los discos buenos tienen entre siete y ocho canciones buenas y el resto son "de relleno". Tampoco lo suscribo. Un disco bueno es un disco bueno y, aunque algunas canciones no estén a la altura de las que sustentan el conjunto, no desentonarán al escucharlo como una obra completa de x cortes. Y un disco bueno lo reconoces cuando, después de una primera buena canción, sientes que la segunda sigue coherentemente el sonido y/o el tema de la primera, y una tras otra se enlazan hasta que acaba sin que te hayas dado cuenta, lanzas un suspiro y parece que has vuelto de un gran viaje. Es como levantarte una mañana después de una gran noche de borrachera con los amigos, no padecer síndrome post intoxicación etílica y tener el mismo tipo de recuerdo fragmentado. Entonces, lo vuelves a escuchar una y otra vez.

Demos por cierto que los discos buenos tienen unas cuantas canciones-bulto. Entonces, aseguremos también que la Humanidad ha sido capaz de editar discos a los que les han quitado lo que no entra tan fácil. Y luego, vamos a intentar dar un ejemplo de un disco al que no le haya hecho falta quitar nada que algunos pudieran creer que sobra. Es decir, un EP o Mini LP -aunque algunos de estos siguen sin ser redondos pese a que tienen menos temas-.

Uno de estos es de los que voy a hablar: In The Reins, un miniproyecto -siete canciones- conjunto entre Iron & Wine y Calexico. Apenas media hora de disfrute reposado pero intenso. El músico nacido en Florida aporta su particular manera de cantar y la banda de Arizona sienta la base del que será el sonido de Garden Ruin, aunque no deja de lado las trompetas mariachis o las partes en castellano de algunas canciones -He Lays in the Reins-. La muerte, el sentimiento de estar perdidamente colado por alguien y el deseo marcan las letras -muy gráficas-, que transportan rápidamente a pueblos perdidos en la inmensidad de Estados Unidos -Red Dust, Sixteen Maybe Less o Burn That Broken Bed-. El susurro de Sam Beam se acerca a amores locos cuyo desquicio llevaría a prisión -Prison on Route 41-, pero alcanza su techo cuando se empasta en el conjunto de coros con John Convertino, Joey Burns y cía. -A History Of Lovers o Dead Man's Will, un experimiento gospel con guitarra acústica y voces que cantan desde la oscura profundidad de una tumba-. Y ya está. Siete canciones.

Es un disco variado, pero con una identidad inconfundible. No es ni Iron & Wine, ni es Calexico únicamente, pero ambos son identificables. Sin embargo, creo que es posible que satisfaga más a los puretas de los primeros que a los de los segundos -que no tienen razón alguna para salir defraudados-. Si no conoces a ninguno, esto funciona como un dos por uno: por la curiosidad de acercarte a uno, descubres dos.

**El disco más corto del que he hablado y el que más largo me ha quedado. Suerte y abrazos para todos**

Fin de exámenes

Fin de exámenes

La gente dice cosas que me cuesta creer que de verdad me creo. Porque creerlo no es lo mismo que saberlo, que supone no serlo. Es decir, me he puesto un disco -We have the facts and we are voting yes +3, de Death Cab for Cutie- y le estoy dando cancha a los dedos, a ver si encuentran teclas nuevas entre las F y los números con las que escribir palabras que nadie haya leído. Mientras, en la tele, mi familia está viendo un programa que habla de operaciones para tontos que quieren cambiar de imagen. Y yo con mis dientes, mi tripa y mis entradas. Abajo a la derecha, en el monitor, no paran de salir avisos de gente que se conecta. La mayor parte de los que aparecen son señores y señoras que hace siglos que no veo y con los que no he cruzado más de cinco palabras en el tiempo que compartimos juntos. Tienen nicks largos, llenos de emoticonos y sin sentido para mí -supongo que para ellos sí-. Debería hacer limpia de contactos. Alguno de los que me leéis quedaría eliminado, seguro.

***Sí, he acabado los exámenes, tengo tiempo libre, la cabeza llena de garbanzos pero pocas ganas de ponerlos al fuego. Voy a ponerme a leer algo. Tengo que escribir más sobre música, me dicen. Lo haré. Si no, no sería yo.***

Ya casi, casi, casi...

Ya casi, casi, casi...

Ya termino de hacer exámenes. Esta noche de apretón, mañana por la mañana un rato y libre hasta mayo -relativamente, claro-. Los apuntes de la asignatura de mañana son una vergüenza. Están llenos de falta de ortografía -"a dicho", "ha realizar"- y tan mal escritos que parecen hablados. Es decir, en algún momento el profesor se refiere a Pedro J. Ramírez como "el Ramírez". Otras veces se nota que copia directamente notas de prensa del grupo PRISA. Peor es todavía que ponga ejemplos en pesetas y de los años 80. Tragaré de nuevo, aunque estudiando en semejantes condiciones me pongo de muy mala leche. No me concentro y me entran ganas de ponerle estas cosas en medio del examen.

Voy a intentar disfrutar de mi última noche de estudio. A pesar de todo, la asignatura no es tan desagradable. Sobre todo porque lo acompaño todo de música. Ya os haré una lista de cosillas descubiertas durante estas semanas. Tengo pensado escribir sobre algún disco, pero tardará la cosa. Mucha suerte a los que estéis dándole también calor a los codos.

El tercer gran placer

El tercer gran placer

Ayer hice uno de los exámenes más largos y pesados que yo recuerde ahora mismo. Después de entregar la hoja tuve que lberar todavía más estrés. No me la zurré, tranquilos, sólo me fui a comprar discos. Esa opción hubiera sido más barata, pero me apetecía más lo segundo.

El otro día hablé de que escuchar música en casa sin que nadie te ponga pegas era, junto cagar en el mar, uno de los grandes placeres de la vida. Hay un tercer gran placer, todavía superior a estos: descubrir canciones nuevas. Ponerte un disco y escuchar un tema que te engancha desde el principio y sabes que es genial, que ya estabas muy harto de lo que llevas unos meses escuchando y que esa canción aparece en el momento exacto para abrir una puerta más. Supongo que muchos estaréis de acuerdo conmigo -espero...-.

Todavía es mejor cuando te ocurre con un disco antiguo, que te parece que va a sonar rancio o que no te va a soprender, o simplemente que ya habías escuchado esas canciones durante siglos, pero de repente te vuelve a sonar a gloria. Es como si volvieras a los sesenta y fueras alguien que escucha por primera vez Mr. Tambourine Man cantada por The Byrds. Casi todo el mundo ha escuchado a Roger McGuinn tocar la guitarra de doce cuerdas y las armonías del grupo. Ayer me volví a quedar sorprendido. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de estos tíos. Luego fue un no parar: Turn! Turn! Turn!, My Back Pages, So You Want To Be A Rock'n Roll Star... ¡Y eso que no me dio por ponerme su parte country!

Mi nueva vocación

Mi nueva vocación

He tenido un pequeño problema en la cocina. Estaba calentando pollo en el microondas y ha empezado a sonar una canción de Sufjan Stevens en la tele. Me he quedado viendo el anuncio -creo que era de telefonía- mientras calentaba el aparato y cuando he probado la comida me he quemado. Yo creo que sería bueno poniendo música a anuncios, de la misma manera que hay gente que es buena dibujando, escribiendo, haciendo porno o aguantando alcohol en el cuerpo. Tampoco me hagáis mucho caso, estoy con la cabeza algo descolocada de estudiar -y eso que me da a mí que no me van a salir muy bien las cosas-. Vuelvo a enterrar la cabeza. Si durante la tarde se me ocurre otra tontería que escribir, lo haré. 

**El sábado me dieron una de las mejores noticias que seguramente escuche en 2007. Enhorabuena, gañáaaaaaaaan!! Y señora, claro**

Peter Parker está de exámenes

Peter Parker está de exámenes

Me decía el otro día Andrés que la época de exámenes es la mejor. Yo creo que, al menos, para los que estudiamos carreras de letras. Hoy me he levantado pronto para ir a la autoescuela, pero cuando he vuelto he sido el amo y señor de mi casa. No había nadie. Me he puesto la bata y sólo me ha faltado el puro y la copa de coñac. Escuchar música sin que nadie te diga que lo bajes es, junto con cagar en el mar -eso dicen-, uno de los grandes placeres que el humano de a pie puede disfrutar -el segundo es más fácil si vives en la playa y no en Madrid-.

Sin embargo, tengo un pequeño problema. Casi sin darme cuenta, me he despertado de la minisiesta que me he echado y me he puesto a buscar camisetas y pantalones rojos y azules en el armario. Me siento como Spiderman, aunque no creo que yo fuera capaz de subir por las paredes. He tenido que dejar de estudiar unos segundos y ponerme a escribir esto para olvidarme del mono. Y eso que sólo llevo cuatro días sin fumar. "Los primeros son los peores", me dice todo el mundo. Ya lo sé, es la segunda vez que lo intento con algo de seriedad. Estuve cinco meses sin catar nicotina. Luego, como la cagalera: cuando hice ‘pop', ya no hubo stop hasta ahora. También es la leche de extraño. Ayer por la noche me encontraba deprimido. Esta mañana estaba bien y ahora tengo ganas de comerme el puto mundo con patatas, pero de momento creo que me voy a dar otra ducha.

Estoy de exámenes. Ya os contaré más cosas. De momento, haceros con un disco que se llama The Crane Wife, de The Decemberists.  

Comenzando 2007

Casi todas las personas que conozco comienzan el año haciendo buenos propósitos y yendo al cine el uno de enero. Yo, que paso de las promesas que uno se hace, decidí comenzar el año 2007 con una buena resaca y limpiando el teclado del ordenador. Mirad ahora los vuestros. Seguro que están llenos de pelos pequeños, migas, manchas grasientas, pelusa, por no decir de la capa de negror que recubre todos y cada uno de los recovecos. Yo quería acabar de una vez por todas con toda la ponzoña que había ahí dentro, pero descubrí, como si se tratase de un caballo de Troya, que una vez abierto un teclado, la guerra iba a ser dura. Debajo de cada tecla hay una especie de gomita que oprime un circuito, quien envía la pertinente señal que sale en la pantalla. Contemos cuántas teclas hay. Ahora convirtámoslas en trocitos de goma verdes y decidamos tirarlas por el suelo de mi habitación. Lo que pasa al final es más previsible que una película porno: faltan algunas y hay que decidir con qué Ctrl. me quedo, si usaré alguna vez la tecla que abre el menú de inicio o si me quedaré de por vida sin usar la hache... También me faltaron algunos tornillos de los que unen las dos partes. El caso es que he tenido que comprar un teclado nuevo. Nada de buenos propósitos. Lo primero que he hecho nada más comenzar el año ha sido ocultar un crimen, tapar una chapuza. Si McGiver levantara la cabeza estaría poco orgulloso de mí. No así, por ejemplo, mi profesor de Tecnología en el colegio, quien sonreiría maliciosamente al ver que tendría razones para suspenderme de nuevo.

**Tranquilos, hoy mismo ya empiezo a estudiar y se me pasan todas estas gilipolleces**

Notas finales de mi 2006 musical

- ¿Quiénes son los Artic Monkeys? ¿De verdad son tan buenos? Entonces yo he debido escuchar a los Antartic Donkeys o a los hermanos pequeños de Bjork. En serio, creo que le echaron demasiado tomate a muy poca pasta.

- ¿Y Pete Doherty? Juro que no he escuchado ninguna canción suya separado de The Libertines. ¡Y resulta que es músico!

- Tres decepciones, aunque no por ello malos discos. Es posible que los excelentes predecesores le hayan jugado una mala pasada a los de este año.

  • - Another Fine Day, de Golden Smog. Tanta expectación para esto. Sin duda alguna, el peor de sus cuatro discos. Está producido por Paco Loco y me gustaría echarle la culpa del fiasco, pero cuando no hay canciones... no hay disco. Jeff Tweedy está casi ausente, Gary Louris prefiere seguir en solitario y el resto... el resto no son ni Tweedy ni Louris. Muy lejos de cualquier disco de Wilco o de The Jayhawks.
  • - A Blessing and A Curse, de Drive-By Truckers. A estos les han cambiado el whisky por Biofrutas. Las canciones y las letras siguen manteniendo un gran nivel, pero se alejan de la sensación oscura y campestre del resto de sus discos. Hay canciones memorables, pero no han sabido digerir el éxito de The Dirty South y han caído en la tentación de cambiar sus rutinas de grabación.
  • - At War With The Mystics, de The Flaming Lips. Estos han jugado a parodiarse a si mismos y les ha salido el tiro por la culata. Ya no hay estribillos pegadizos -salvo dos o tres- y se han pasado con el rollo innovador. A lo mejor es que yo nunca los he entendido y he pensado que podrían hacer música más seria -The Soft Bulletin-, pero se han quedado muy lejos de Transmisions From The Satellite Heart o Yoshimi Battles The Pink Robots.

- Magnífico el disco de descartes de Sufjan Stevens de Come On! Feel The Illinois! Si éste era de lo mejor de 2005, The Avalanche debería estar entre los diez mejores de 2006. No lo he puesto porque parece un apéndice inseparable del anterior.

- También está bastante bien, aunque lejos de los discos de Wilco o Uncle Tupelo, el de Loose Fur: Born Again In The USA.

- Sin haber escuchado los originales, creo que Van Morrison y Bruce Springsteen han hecho dos discos bastante buenos. El primero, versionando algunos clásicos del country. El otro, recordando a Pete Seeger -y todos nos olvidamos de Woody Guthrie-.

- Felices todos hemos de sentirnos por escuchar otra vez a Calamaro. El palacio de las flores demuestra que el genio argentino, cuando hay mesura de por medio y no farlopa, es capaz de hacer grandes cosas, aunque alguno ya le diera por perdido. 

- También es para estar contentos por Quique González, quien empieza a tener el reconocimiento que merece. Ha vuelto a una multinacional después de haberse leído de cabo a rabo, varias veces y en varios estados, todos los libros de Bukowski. Ya no es, ni de lejos, el protegido de Enrique Urquijo.

- ¿Sexy Sadie se separan? Ahm...

- Cosas que se me escaparon de 2005: Z, de My Morning Jacket; In The Reins, EP a dúo entre Calexico y Iron and Wine; Mercy Now, de Mary Gauthier...

- En 2007 veremos si Ryan Adams se atreve a sacar otro disco. Jeff Tweedy dice que en abril hay novedad de Wilco. Arcade Fire también están en ello. A ver si le toca el turno a Nick Cave. Si supera el Abbatoir Blues/The Lyre of Orpheus... Se especulaba también con que Sufjan Stevens sacara nuevo álbum dedicado a otro estado, pero de momento no he leído nada que lo confirme.

Doce canciones para doce meses

Hacer una lista con canciones sobresalientes de los últimos doce meses es muy complicado. Al principio quise sólo seis, luego vi que mejor diez y ahora creo que lo mejor es doce. No todas las que aparecen aquí están en los discos que he puesto antes. Algunas son un oasis en medio de obras menores y otras son las que distinguen a los buenos de los malos. Siempre está bien escuchar canciones sueltas, apartadas de un sitio determinado dentro de un disco. No están organizadas por ningún criterio, pero podéis dejar vuestra opinión con la que creéis que es la mejor de 2007.

- For New Stars. Del disco Fort Recovery de Centro-Matic

- Are You In My Blood. Compuesta por David and The Citizens para el album homónimo

- Nettie Moore. Bob Dylan recupera su mejor estado de forma en Modern Times

- Panic Open String. Calexico, en Garden Ruin, pinta este cuadro urbano futurístico y caótico

- Chinese Translation. M. Ward busca en esta fábula soluciones para su corazón roto

- Nadia. Francisco Nixon, antes de La Costa Brava y Australian Blonde, abre Es perfecta con una gran canción pop dedicada a la gimnasta Nadia Comaneci

- Déjame vivir con alegría. El Grupo de Expertos Solynieve reivindica a Vainica Doble con esta versión que nos saca de la apatía

- Province. Con Bowie de padrino y colaborador en esta canción, pocas cosas malas puede haber en Return To Cookie Mountain. Aprovecha muy bien el tirón de los himnos de Arcade Fire

- If You Could Read My Mind. Johnny Cash nos invita a que leamos su mente, ya que su voz es en esta versión tan tenue como acertada.

- Won't Be Me. Vetiver abandona la tenebrosidad de su disco para regalarnos esta canción

- A World Of Hurt. Se nota que a Patterson Hood le han recortado sus famosos monólogos en medio de las canciones, pero se agradece que los Drive-By Truckers conserven parte de su sinceridad

- Vein Of Stars. Los Flaming Lips no se olvidan de recordarnos lo inmenso que es el espacio. Ellos se están perdiendo en él, aunque menos mal que de vez en cuando nos llega la voz de Wayne Coyne desde la fría inmensidad

Garden Ruin, Calexico (10/10)

<i>Garden Ruin</i>, Calexico (10/10)

Si grupos como The Flaming Lips o Wilco han completado en sus últimos discos un giro renovador, lo mismo se puede decir de Calexico, que con Garden Ruin han quedado muy alejados de The Black Lights -de esa época sólo permanece huella en Roka, grabada a dúo con Amparo de Amparanoia-. Es más, no se han quedado incrustados en el clásico grupo/solista actual que toma como referencia a Gram Parsons o Grateful Dead -algo que reconocen ya asimilado-. Panic Open String, Letter To Bowie Knife, Deep Down o All Systems Red son canciones más cercanas a un pop ruidoso sacado de Gran Bretaña, aunque otras como Bisbee Blue o Yours and Mine son composiciones muy básicas grabadas sin apenas aditivos.

Joey Burns y John Convertino, las cabezas visibles del grupo, han buscado la perfección sonora grabando gran parte de Garden Ruin aislados en un pueblo perdido de Arizona llamado Bisbee, donde según el propio Joey Burns ni si quiera hay cobertura para los teléfonos móviles. Tomen nota: si quieren grabar un buen disco, háganlo en el metro, en el quinto sótano de un garaje, en Bisbee o en cualquier otro sitio donde nadie les moleste con llamadas inoportunas.

Post-War, M. Ward (9/10)

<i>Post-War</i>, M. Ward (9/10)

La sencillez puede ser la cualidad que más abunda en lo que muchos consideramos bello. M. Ward consigue con este disco hacer algo bonito prácticamente desde la desnudez. Ayudado por Neko Case y Jim James -My Morning Jacket- en algunas canciones, consigue dar un paso adelante en el sendero del folk tradicional norteamericano, aun con maneras de crooner trasnochado. A esto ayudan los viejos micrófonos con los que consigue tal efecto que parece que escuchamos un vinilo antiguo en el vetusto tocadiscos de nuestra abuela. No hay más que escuchar Chinese Translation -indescriptible obra de pop moderno, a pesar de todo-, Eyes on the Prize, la sublime Rollercoaster o la primitiva Afterword/Rag. Ni siquiera las guitarras dejan de lado ese espíritu añejo. Post-War es uno de los discos más compactos que ha traído 2006 en lo que se refiere a concepción sonora.

Prácticamente desconocido en nuestro país, M. Ward conseguirá con este disco que muchos pasemos irremisiblemente por los anteriores. Éste es de los pocos que son capaces de llevarte a polvorientas ferias en pueblos de Estados Unidos o a una alta montaña a la que subes para olvidarte de un viejo amor y preguntar qué puedes hacer con los trozos de un corazón roto, cómo permanecer en la luz y por qué si la vida es tan corta como dicen, la noche es tan larga.

Modern Times, Bob Dylan (8/10)

<i>Modern Times</i>, Bob Dylan (8/10)

Dylan abrió el siglo XXI con un gran disco al que ahora le ha salido un hermanito más listo, más guapo y más americano. Porque Modern Times es más de lo mismo, así que estamos ante un gran trabajo. Diez canciones en las que vuelve a tocar todos los palos de la música de su país. Igualito que hace Bisbal aquí, vaya. Sobresaliente de nuevo en la voz -Dylan, igual que Johnny Cash, ha sabido adaptarla al paso de los años-, vuelve a juntarse con la banda que le acompaña en directo para captar momentos como el trueno en la montaña o el espíritu en el agua. Lo produce él mismo, bajo el pseudónimo de Jack Frost, y tampoco se ha comido mucho la cabeza. Lo bueno, si sencillo, dos veces bueno. Si no lo creemos, habrá que escuchar los casi siete minutos de Nettie Moore o los cinco de Someday Baby.

Parece que cuando Bob Dylan graba un disco hay subirlo inmediatamente a lo más alto como hacen los 40 Principales. Casi sin haberlo escuchado, sin que nos dé tiempo a quitarle el plástico o sin haber sacado la bandeja del reproductor, ya tiene que ser una obra maestra. Caemos mucho en eso, lo reconozco, pero esta vez no nos hemos equivocado tampoco. Dylan es un artista que ahora sí ha alcanzado la coherencia. Siempre fue genio, pero muchas veces fue más figura. Ahora se ha encontrado a sí mismo y no va a hablar por hablar.

 

Comfort of Strangers, Beth Orton (7/10)

Comfort of Strangers, Beth Orton (7/10)

En su sexto trabajo, Beth Orton decide quitarse los adornos cercanos a la electrónica y recurre a la producción de Jim O'Rourke -Wilco, Sonic Youth- para dejar canciones con un nítido sonido. Su voz de adolescente romántica atormentada recobra el protagonismo que perdía en algunas fases de Central Reservation o Trailer Park -sin duda, sus dos mejores discos-. Se enfrenta desde la desnudez a canciones como Worms, en la que además de ella, suena su piano, un bajo y una batería. Nada más, no vaya a ser que le echemos sal al café. También colabora M. Ward en algunas composiciones.

Una gran noticia que Beth Orton haya publicado algo después de sacar hace tres años un disco de caras B de Daybreak. Además, esta chica ha cambiado. Mantiene esa aureola de timidez y bohemia, pero ha dado a conocer su propia personalidad al librarse de todo lo que distraía en sus anteriores trabajos -canciones que se perdían en un laberinto de loops y programaciones-.

To Find Me Gone, Vetiver (6/10)

<i>To Find Me Gone</i>, Vetiver (6/10)

Segunda entrega del proyecto paralelo de Devendra Banhart -junto con Andy Cabic-, el cantautor que abandera el movimiento freak folk. To Find Me Gone sienta al oyente en una hamaca del porche de una casa en medio de las montañas. Protagonismo total de guitarras acústicas y acompañamiento totalmente secundario para canciones concebidas desde la simplicidad e interpretadas sin mayor ambición que la de tocarlas. Este disco sigue el mismo camino que el anterior, pero también alarga los tentáculos hasta tocar algunos temas de rock lento, pero suave -You May Be Blue-, y piezas más alegres cercanas a un pop deliciosamente ingenuo -Won't Be Me-. Todo ello, aderezado con oportunas apariciones de cuerdas o una batería acariciada más que percutida.   

No han tirado la casa por la ventana para grabar este disco. Con una producción más bien austera, han conseguido una atmósfera envolvente que hace de To Find Me Gone un disco que tenga que ser escuchado como una tarea aparte para ser disfrutado en su máxima expresión.

Return To Cookie Mountain, TV On The Radio (5/10)

<i>Return To Cookie Mountain</i>, TV On The Radio (5/10)

Un grupo que está en boca de todo el mundo tiene que ser tratado con bastante cuidado. No todo lo que dice la gente tiene que ser bueno... Pero aquí tenemos que dar la razón a los que se han fijado en Return To Cookie Mountain como uno de los mejores discos de 2006. Sin llegar a ser un grupo de rock al uso, emplean el recurso de hacer cantar a cuatro personas a coro como si de un estadio se tratase, dándole a algunas canciones una auténtica sensación de himno -Province-. Si, además, David Bowie los apadrina y canta con ellos en algún tema, tenemos otro grupo que repite con éxito la fórmula del año anterior -Arcade Fire, aunque su disco fuera de 2004-. Si somos propensos a tener sarpullidos cuando escuchamos baterías de palo y programaciones, será mejor que nos armemos de valor, porque puede merecer la pena -o no, claro-.

Esta banda de freaks ha conseguido hacer un gran disco, aunque es posible que les cueste librarse de la sombra de David Bowie. Es, sin duda, el que se desmarca más radicalmente de todos los que hay en esta lista, pero no por ello hay que tener reservas a la hora de escucharlo. Toma muchos elementos de Arcade Fire, pero no hay que verlos como una copia de los canadienses. Son caminos parecidos, no por ello paralelos, pero es inevitable que alguna comparación surja cuando los escuchamos.

Alegato Meridional/Se ve que hay calidad, Grupo de Expertos Solynieve/La Cultural Solynieve (4/10)

<i>Alegato Meridional/Se ve que hay calidad</i>, Grupo de Expertos Solynieve/La Cultural Solynieve (4/10)

Bajo los pseudónimos de Aguirre Suárez y Montero Castillo, J. de Los Planetas y Manuel Ferrón, dan vida a un Grupo de Expertos Solynieve que exhibe un bello querer por el rock de Estados Unidos y la placentera manera de pasar la vida de lunes a domingo al sol, con la cartera siempre llena. Meses antes de que el LP apareciera, La Cultural Solynieve avisaba de sus intenciones con un EP de tres canciones -Se ve que hay calidad, 24 horas al día y Personalidad empírica-. Ya con el largo entre las manos y con otro estrambótico y nuevo nombre, se deslizan por una música hecha sin complicaciones, tranquila -Alegato meridional-, alguna versión -Ballad of Easy Rider, de The Byrds, como La balada de buscando mi destino, o la genial Déjame vivir con alegría, de Vainica Doble-, alegres piezas de cortijo -Claro y meridiano- y otros derivados de alguien que hace música por diversión.

Una pena que todo apunte a que el Grupo de Expertos Solynieve ya ha pasado a mejor vida. Los Planetas sacan disco el año en 2007 y no parece que J., poco dado a actuar, esté con ganas de girar con dos grupos distintos. Sin embargo, qué ganas de dar palmas y cantar con acento dejan el LP y el EP, cargados de letras cotidianas a la vez que irónicas, y guitarras claras y meridianas.

The Gun Album, The Minus Five (3/10)

<i>The Gun Album</i>, The Minus Five (3/10)

Los productos derivados de Wilco -casi- siempre son de fiar. The Minus Five no podía fallar, además, por la razón de que gente de R.E.M. también está en el proyecto desde el disco de debut: Down With Wilco. Aquí no esperes encontrar a Michael Stipe o a Jeff Tweedy como protagonistas -éste ha estado este año girando en solitario, con Loose Fur y su Born Again in the USA, y con Golden Smog y Another Fine Day-. Los jefazos de dos de los mejores grupos del panorama actual del rock americano han pasado el testigo a sus segundos de abordo. Ahí aparece para tomar el mando Scott McCaughey, guitarrista de acompañamiento de R.E.M, Peter Buck, John Stirrat, bajista y miembro fundador de Wilco, y Glenn Kotche, el batería, entre otros.

Estos ‘clase media' se han descolgado con un gran álbum en el que rinden tributo al pop de toda la vida, a los estribillos sencillos y pegadizos heredados sin filtro de The Beatles, o al rock de andar por casa. Disco de fácil deglución y feliz digestión para todos los públicos, que merece una continuación y el asentamiento de un grupo hecho por diversión, para divertir y que divierte.

 

American Recordings V: A Hundred Highways, Johnny Cash (2/10)

<i>American Recordings V: A Hundred Highways</i>, Johnny Cash (2/10)

Consciente de que la mujer de negro le estaba esperando a la vuelta de la esquina para llevárselo, Johnny Cash tuvo que acelerar todo lo que pudo la grabación de American Recordings V: A Hundred Highways. Meses antes de su paso, su esposa, June Carter, hizo la última maleta. La sensación de estar ante sus postreras palabras -aunque sólo dos canciones sean suyas- oscurece el disco. John R. redime sus pecados con el hálito imperceptible de su voz, captado de nuevo por Rick Rubin, responsable de los American Recordings. Juntos pasaron los últimos meses, consolidando una relación que superaba lo meramente territorial. Cuenta el productor en las notas del libreto que tomó la Comunión por primera vez acompañando a Cash. Éste había visto que un hombre curó un cáncer con el sacramento diario... Pero a él no le funcionó.

Rick Rubin es un hombre raro. Muy raro. Prefiere tener la lengua quieta mientras deja a sus neuronas hacer el trabajo. Johnny Cash graba la voz -unas veces fuerte, otras casi apagándose- y toca la guitarra casi al unísono, mientras que después aparece la mano del que produjera a Beastie Boys para arroparlo todo con un suave aderezo -sólo guitarras y algún teclado-. El resultado es el testimonio de alguien que se despide con calma, sin tensiones, sin querer quitarse 40 años de un plumazo y morir con aspecto de tener 30.