De vuelta, otra vez
Ya he vuelto de Francia. Tenía ciertos prejuicios hacia el país y en cierta medida me los he quitado. Aunque a mí no me gusta comer tarde, por ejemplo, estos tíos comen, cenan y cierran bares y comercios demasiado pronto. En Nancy, a las ocho de la tarde, hay menos animación que en el cementerio de la Almudena, mientras que Santiago de Compostela -permitid el desagravio comparativo- es la feria de Málaga a esa hora. Francia es Europa, y la vida del continente es muy distinta a la española. Digan lo que digan -y aunque a mí me gusten muchas cosas de la vida de nuestros vecinos- nunca seremos europeos. No es muy normal cogerse vacaciones en medio de octubre, pero a mí me ha tocado. No lo desprecio. De hecho, lo agradezco. Además de ver a mi hermana, estar con mis padres, leer, comer bien y visitar ciudades, he tenido tiempo para pensar en cosas que haría, pero que no voy a hacer por principios o ideas que al final no llevaré a materializar también por el principio de mi abulia española. Viendo que el presente no está del todo mal, me he permitido el lujo de pensar en meses vista y para actualizar esto un poco, que llevaba unas semanas un poco muerto. Debería escribir algo sobre algún buen disco que haya escuchado últimamente o sobre algún libro. En Nancy me compré el American Beauty de los Grateful Dead. En Madrid está por 16 euros y allí lo he conseguido por 8. También me he comprado un libro de historias cortas de Graham Greene. Ya os contaré, aunque mientras tanto deberíais prestarle atención a Garden Ruin, de Calexico.Bueno lectores, me retiro. Es tarde y estoy un poco cansado. Ya se me ocurrirán cosas que contaros.**No he descargado las fotos del viaje en el ordenador. De momento, os pongo una foto del sitio donde he estado esta misma mañana, hace tan sólo unas horas. Es lo peor de los viajes, el cambio tan fuerte en unas pocas horas**
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