Luchando contra Rob Fleming con literatura rosa
No sé si me gustaría parecerme a Rob Fleming, si ya se parece él a mí o si yo soy así por él. Alta Fidelidad, como a muchos de los que leéis este blog, me marcó mucho. Mi hermana me regaló el DVD por mi último cumpleaños, aunque ya me sabía la película de memoria. Ahora me estoy leyendo el libro, el original, la bacteria primigenia, el caldo primordial, y son tantas las ideas parecidas y los discursos que suscribiría, que a veces tengo que parar de leer para darme cuenta de que realmente no soy así y que espero no ser nunca como Rob Fleming.
Nick Hornby describe a la perfección una generación perdida de adolescentes con barriga de treinta años que vive aislada en medio de todo, incluso entre ellos y consigo mismos. Como granos de arena transparentes en el desierto, imperceptibles, inmaduros e insólitamente amorales. Por eso Rob, al principio, no se responsabiliza de lo que hace, sino que se cree víctima de las consecuencias. No desvelaré más, pues seguro que alguno todavía no ha visto la película o leído el libro, cuyas páginas pasan una tras otra suavemente sin que se dé uno cuenta.
También pasan sin que te des cuenta las canciones de The Shins. Es como cuando paseas por estos días por la calle. Un día ves los árboles desnudos, un día pequeños brotes blancos o verdes en las puntas de las ramas, y antes de que te des cuenta de que llevas demasiada ropa para el calor que hace, ya han salido todas las hojas. Pues eso, antes de que te des cuenta estás escuchando primavera por los oídos.
Por cierto, no tengáis en cuenta éste último párrafo. Creo que es lo más rosa que he escrito en mi vida -si no cuento las canciones que hice cuando quise ser la reencarnación de Enrique Urquijo-. Saludos a todos.
**Traducción al vuelo de una frase de Kurt Vonnegut: "Más allá de lo corruptos, avariciosos o descorazonados que nuestros gobiernos, empresas, medios de comunicación o instituciones religiosas y de caridad puedan ser, la música seguirá siendo maravillosa. Si alguna vez muero, que éste sea mi epitafio: La única prueba que necesitó para creer en la existencia de Dios fue la música".**
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Sergio -