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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

Sobre frivolidades

Creo que voy dando con la clave de por qué no escribo tanto como antes. Hay prejuicios o consideraciones inconscientes que nos obstaculizan, como si en una carrera de cien metros tú tuvieras vallas en tu calle y los demás la pista libre.

Por eso entierro mis papeles en un cajón o no me enfrento desarmado a la pantalla del ordenador. Tampoco soy capaz de revisar lo escrito el día anterior, si al menos consigo superar la primera barrera, y reniego de ello. Y es que es imposible separar la creación -literaria, musical o lo que sea- de la sinceridad con uno mismo. Por eso, si algo nos altera o descoloca, será imposible escribir sin afrontarlo, asumirlo y tener la predisposición necesaria para superarlo.

Muchas veces frivolizamos lo que sentimos cuando escribimos en Internet. Hay gente que se olvida de ser persona para convertirse en su propio blog, como si un post explicativo de los sentimientos melancólicos que le provoca un lluvioso atardecer fuera lo mismo que tomarse una cerveza y hablar de cosas, reírse, olvidarlo todo y tomar otra más. Como si un comentario en un post fuera igual que mantener una conversación en un café y dar de vez en cuando una palmada en la espalda o enseñar los dientes separados con una sonrisa.

Algo tiene esto de las bitácoras que nos gusta tanto. Si los hombres de hace un siglo se quedaban patidifusos porque podían hablar al instante con su primo Paco, el del pueblo, a través del teléfono, ahora yo lo flipo cuando me bajo una foto de Internet, escribo cuatro tonterías y desde cualquier ordenador las puede leer otro. Y es que hace diez años a todos nos parecía esto de la red más misterioso que el tubo catódico de la televisión -¿alguien es capaz de darle una explicación no mágica a lo de la caja tonta?-.

Por eso me gusta leer cosas interesantes en Internet y discutir sobre temas -sin abusar-, pero espero que esto nunca llegue a anular mi empatía con los demás y no olvidarme de que hay vida si miro más allá de la pantalla. Sin embargo, me satura el exceso de sentimentalismo. No es malo hablar de lo que uno lleva por dentro de cuando en cuando. Es más, si uno tiene gracia especial para hacerlo, hasta resulta bueno. Pero los sentimientos sólo llegan a su verdadero alcance cuando nos ponemos en contacto personal con otros.

4 comentarios

Sergio -

Aquello del tiempo-espacio a veces ponen un poco difícil la comunicación personal... pero sí. Siempre es mejor ver la cara de quien te habla que leer unas frases a destiempo.

BL!! -

lo de las cañas esta hecho...ahora que he vuelto de Alemania tengo una cultura cerveceril mucho mas mejor que la del resto de personas humanas .


besos guapeton.

Frank einstein -

Muy cierto. por eso yo nunca dejaré de ir a tomar cañas, o de hablar por teléfono o de preocuparme por la gente que quiero.
A pesar de que lea tu blog, prefiero oirtelas a tí a la sombra de unas cañejas y al arrullo de un buen disco.

Andrés -

Hay cosas que me dan miedo... y los blogs son una de ellas.