Ya en Semana Santa
Hay joderse lo rápido que pasa el tiempo. Ya estamos en Semana Santa y apenas se me ha quitado todavía la resaca de Nochevieja. No importa, todo sigue igual y eso no es malo. Conozco a una persona que dice ser un "amante de la experimentación" y se ríe de mí cuando digo que quiero que las cosas sigan como están ahora mismo: "Ay, madrecita, que me quede como estoy", me dice con el acento de una dama del siglo XVIII que se escandaliza tras leer a hurtadillas unas líneas del Marqués de Sade.
¿A alguien le gusta quedarse en Semana Santa en Madrid? A mí, ni de coña. Tanto si sales de casa como si te quedas, es un suicidio. Tengo verdaderos traumas provocados por el verdadero aburrimiento que me provocaba el hecho de que mi madre me llevara de pequeño a las procesiones. Vaya petardo. Yo no me enteraba de nada y ni siquiera sabía qué coño se "celebraba" ahí (luego, en los Maristas, lo aprendí). Empecé a tomarle asco al tema de las concentraciones callejeras. Luego vino la de Miguel Ángel Blanco. Todos conocemos el caso y yo era la primera vez que conocía de algo tan dramático. Recuerdo que fuimos mi madre y yo en pleno verano; hacía un calor asfixiante y tanta gente junta me agobiaba. Sin embargo, se me pasó el malestar cuando oí a mi madre gritar "no son vascos, son hijos de puta" y otros improperios que la gente coreaba. Mi madre, esa persona que me pegaba un guantazo en los morros cada vez que decía "pito", ahora estaba soltando "hache de pes" a diestro y siniestro. Le cogí gustillo a las manifestaciones. Descubrí que todo el mundo podía decir lo que su bilis le ordenara y nadie le arrearía un hostión en los morros. Luego vinieron las celebraciones del Real Madrid en La Cibeles (de estas hubo unas cuantas). Yo iba tan contento a estrecharle la mano a Mijatovic o a Suker (¡qué tiempos!) y me encontraba otro infierno de gente. Luego llegaban los jodidos Ultra-sur y nos tocaba correr a todos. Llegabas a casa exhausto de salir por patas y sin haber visto nada. Si soy sincero, nunca reconocí a Roberto Carlos o a Raúl subidos a la fuente. Pues eso, que en Semana Santa, o te vas de procesión o vas al cine. El lunes estuve viendo Million Dollar Baby y os la recomiendo. También os recomiendo que le echéis un ojo a La melancólica muerte del niño ostra, de Tim Burton. Es un libro de poemas con ilustraciones del propio director-escritor-dibujante-genio.
Señores, es la hora de dejar de escribir aquí. Este post de hoy huele a diván, así que no os toméis muy en serio lo de que la Semana Santa me parezca aburrida por las procesiones y el que no haya nadie en Madrid. Años más tarde descubrí las Pascuas de los Maristas y me olvidé de que a la Iglesia sólo iban los viejos.
¿A alguien le gusta quedarse en Semana Santa en Madrid? A mí, ni de coña. Tanto si sales de casa como si te quedas, es un suicidio. Tengo verdaderos traumas provocados por el verdadero aburrimiento que me provocaba el hecho de que mi madre me llevara de pequeño a las procesiones. Vaya petardo. Yo no me enteraba de nada y ni siquiera sabía qué coño se "celebraba" ahí (luego, en los Maristas, lo aprendí). Empecé a tomarle asco al tema de las concentraciones callejeras. Luego vino la de Miguel Ángel Blanco. Todos conocemos el caso y yo era la primera vez que conocía de algo tan dramático. Recuerdo que fuimos mi madre y yo en pleno verano; hacía un calor asfixiante y tanta gente junta me agobiaba. Sin embargo, se me pasó el malestar cuando oí a mi madre gritar "no son vascos, son hijos de puta" y otros improperios que la gente coreaba. Mi madre, esa persona que me pegaba un guantazo en los morros cada vez que decía "pito", ahora estaba soltando "hache de pes" a diestro y siniestro. Le cogí gustillo a las manifestaciones. Descubrí que todo el mundo podía decir lo que su bilis le ordenara y nadie le arrearía un hostión en los morros. Luego vinieron las celebraciones del Real Madrid en La Cibeles (de estas hubo unas cuantas). Yo iba tan contento a estrecharle la mano a Mijatovic o a Suker (¡qué tiempos!) y me encontraba otro infierno de gente. Luego llegaban los jodidos Ultra-sur y nos tocaba correr a todos. Llegabas a casa exhausto de salir por patas y sin haber visto nada. Si soy sincero, nunca reconocí a Roberto Carlos o a Raúl subidos a la fuente. Pues eso, que en Semana Santa, o te vas de procesión o vas al cine. El lunes estuve viendo Million Dollar Baby y os la recomiendo. También os recomiendo que le echéis un ojo a La melancólica muerte del niño ostra, de Tim Burton. Es un libro de poemas con ilustraciones del propio director-escritor-dibujante-genio.
Señores, es la hora de dejar de escribir aquí. Este post de hoy huele a diván, así que no os toméis muy en serio lo de que la Semana Santa me parezca aburrida por las procesiones y el que no haya nadie en Madrid. Años más tarde descubrí las Pascuas de los Maristas y me olvidé de que a la Iglesia sólo iban los viejos.
3 comentarios
Superpera -
Y el post-diván de hoy ha estado muy bien... me ha hecho gracia lo de tu madre...si es que a veces se trasnforman en super-mamas!!!
Shere -
PD: soy de la idea de que el divan lo necesitamos todos..
Rocío -