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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

Escapadas.

Escapadas. Eso es lo que está pareciendo mi verano, una serie de escapadas de fin de semana. Esta semana iba a haber tenido casi diez días de vacaciones, pero el miércoles tuve que volver a Madrid para trabajar. Siento no haberos avisado a ninguno, pero prefería estar solo. Ahora voy a coger otra vez el autobús de vuelta a la sierra y espero no moverme de allí hasta el martes.
He aprovechado para cortarme el pelo. Ya no tengo greñas. Para bien o para mal, sigo siendo el mismo, como la peluquería a la que voy aunque haya cambiado de dueños. Antes la llevaban dos personas mayores que se han jubilado este verano mismo. Ahora está al mando del barco un tío que como mucho tiene cuatro años más que yo. Es un tronco simpático. Hemos estado hablando mientras él trabajaba y yo sopesaba la posibilidad de levantarme y salir corriendo para salvar los pocos mechones largos que me quedaban. Antes había estado trabajando en una peluquería de Sol donde le cortaba el pelo a gente como Pérez-Reverte y otros culturetas que se pasan el día en la zona bohemia de Madrid. Me gusta que este sitio no haya perdido ese toque antiguo que tienen determinados comercios. Nunca lo he hecho, pero cortarme el pelo en una peluquería unisexual no sería de mi agrado. Seguro que el peluquero/a empezaría a preguntarme que cómo quiero cortarme el pelo, intentaría venderme peinados de la otra acera o trataría de convencerme de que me tiñera el pelo de algún color raro para tener más éxito con las chicas. No lo necesito, gracias. El caso es que en mi peluquería sigue sonando Cadena Dial, las tijeras siguen siendo pareciendo viejas y me siguen afeitando las patillas con una cuchilla de barbero que da tirones y te saca los pelos de raíz.
En estos últimos días he estado escuchando un disco de Whiskeytown que me he bajado de internet, la discografía entera de los Sex Pistols y Disintegration, de The Cure. No leáis a Sartre ni a Baudelaire. Tampoco lo intentéis con El viejo y el mar de Hemingway (otros sí). Raymond Chandler es un poco pesado, pero merece la pena. ¿Sabéis lo que os digo? Leed lo que os salga de la polla o del coño. Emborracharos. Fumad. Follad (o masturbaros). Divertiros. Escuchad música a todo trapo. Viajad. No me hagáis caso.

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Patch -

Mucho prejuicio veo yo por aquí... A ver si nos vemos, que yo ya estoy en el tajo, eh? Que así no se levanta el país...