23 de junio de 2004
Estuve en El Escorial con mis abuelos esta mañana. Cómo cambian las cosas. A lo tonto, he pasado todos mis veranos yendo allí. 20 veranos. Se dice pronto. Lo peor es que hoy me he dado cuenta de verdad de cómo pasa el tiempo por todo: cómo envejecemos, cómo cambian las calles, las casas, la gente que nos rodea, nosotros mismos. Nada permanece igual, ni permanecerá nunca como ahora. También he comido con el señor Pedro y la señora Nati (mis abuelos). Después no he hecho nada, siesta y Eurocopa. Parece mentira que me quede un examen todavía. He intentado arreglar mi máquina de escribir, pero no he podido. Creo que me voy a estudiar mientras el resto de España ve Los Serrano. Os dejo mi corte de manga para que se lo dediquéis a todo lo que os molesta de la vida. Yo me lo dedico a mí mismo.
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