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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

25 de mayo de 2004

Esto es el amor (al menos en Madrid). Voy en el metro, línea siete, en dirección a Canal (había subido en Guzmán el bueno). El tren para en Islas filipinas. Se abre la puerta y entra una chica que se despide de otro chico. A la vez que la chica se dirige al fondo del vagón, el chico va andando también en su dirección, pero por el andén. Se miran a través de la ventana. Se sonríen. Se tiran un beso. Se cierran las puertas. El metro reanuda su marcha. Los dos levantan un poco su mano y se despiden. El chico se da la vuelta con la sonrisa en los labios. La chica se sienta en un asiento junto al mío y suspira de alivio mientas tuerce el gesto poniendo cara de asco. Por mí, como si se meten todos en un barco y se hunden en alta mar para que se los coman los tiburones y, después de cagarlos, se los coman los peces linterna que hay en el agujero del océano.
Bueno, hoy hay que seguir trabajando. Creo que me hacen falta unas horas de sueño. Seguramente no hubiera escrito lo de ahí arriba si no hubiera dormido tan mal hoy. De todas formas, no lo voy a borrar. Es algo que ha pasado y algo de lo que hay que dejar constancia. A diario veo (y vosotros también) cosas así por la calle. ¡Qué perros somos! Debería venir una bola de fuego enorme y abrasarnos. O que bajase una enorme mano del cielo y nos abofeteara. No más caña por hoy al género ¿humano?. Que descanséis. He dicho.

2 comentarios

Patch -

Si yo hubiera escrito algo como eso, habríais pensado que tengo la regla. Ojalá fuera un chico para poder escribir esas cosas sin levantar suspicacias acerca de mi estado hormonal

david -

¡Qué venga Dios con su rayo vengador y nos mate a todos! ¡El Fin esta cerca! ¡Arrepentios! Pedro, el Apocalipsis no es una buena lectura xa antes de irse a acostar