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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

La tercera edad

La tercera edad Ha sido un día de esos de poner la tienda de campaña en la facultad. Hoy no me he equivocado con la clase de Historia del Arte. La profesora es una tía maja y las tías están buenas, pero han empezado a soltar apuntes y estaba más perdido que Wally en el Frente Atlético. Tengo que pedir apuntes de los días que no he ido.
A la que iba a clase en el autobús, he visto algo que me ha tocado la piedra que tengo por corazón. En mi parada, la anterior al Hospital Clínico, se ha subido un abuelillo y ha reconocido la cara de una señora mayor que estaba sentada en el primer asiento. Yo he cerrado el libro y me he puesto a espiar. Por lo visto habían ido juntos al colegio o algo así. El hombre se lo ha tenido que recordar a la señora y a ella enseguida le ha venido su nombre a la cabeza. Han intentado entre los dos recordar la última vez que se vieron, pero ninguno se acordaba del tiempo que había pasado. A los dos se les han puesto los ojos vidriosos. La mujer se bajaba en el Hospital Clínico. Antes de irse, se han dado un abrazo enorme. Era conmovedora la escena de los dos abuelillos, con todos sus achaques a cuestas y sus cuerpos acercándose temblorosos. Ella se ha bajado y él ha cogido su sitio en el bus. Se quedó mirándola a través de la ventana y se dieron un último adiós. Después de que el autobús arrancase, el hombre siguió mirándola un buen rato cruzar el semáforo. Vamos, que se me han venido a la cabeza un montón de movidas pseudo-sentimentales como reconstruir la historia de los dos (un antiguo romance), me he puesto a pensar en mis abuelos o en si eso me pasase a mí en el futuro. Ya véis lo que hace estar de buen rollito últimamente, te pones a pensar en esas cosas.

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