Chamberí, chamberí, chamberí
El jueves pasado estaba tomando unas cervezas con Andrés, Mariano y Jose, cuando se nos ocurrió recordar a gente del colegio. No es que estuviéramos borrachos (aunque luego acabé bastante pedo), sólo nos dio por ahí. Hay que decir que el precedente lo sentamos Javi y yo en el cumpleaños anterior a este de David. Cogimos la orla de 2º de Bachillerato y destripamos uno por uno a todos los del curso. Yo creo que no me he reído más en la vida que esa noche. Por supuesto, todos acabamos bastante ciegos, tuvimos problemas con la Guardia Civil y yo acabé con una rodilla lesionada por subirme a un andamio para celebrar la décima Copa de Europa del Madrid (por decir algo).
El caso es que siempre que me pongo a recordar a la gente del colegio salen un montón de cosas y me pregunto qué será de la gente tres años después de dejar de vernos. Hace unos meses, estábamos Andrés y yo borrachísimos y acabamos hablando en la plaza de Olavide de una chica del colegio que, cuando éramos pequeños era un poco pardilla, y que resulta que ahora está más buena que el pan. Con otra chica me ha pasado algo que me flipa. Nos llevábamos muy bien y quedábamos con algunos amigos bastantes fines de semana, pero de la noche a la mañana (cuando acabó el curso), nos dejamos de ver. Seguimos hablando por el messenger cuando coincidimos y de vez en cuando nos escribimos algún email, pero no la he vuelto a ver, y eso que vive en mi barrio.
También hay gente a la que no he vuelto a ver y a la que no podría volver a mirar a los ojos por ser tan gilipollas como soy generalmente. Aunque he tenido valor para escribir cartas pidiendo perdón nunca he tenido huevos de entregarlas. Luego está la gente que me encuentro en el autobús o en el metro y de la que paso olímpicamente. Con otros me saludo siempre que nos vemos por la calle. A otros se les echa de menos por lo entrañables que eran.
Aunque pueda parecer lo contrario, mis últimos meses en el colegio no fueron tan felices. Acabé bastante hasta los huevos de los profesores. Yo no es que haya sido nunca un santo, pero es que algunos de ellos no podían ocultar el rabo y los cuernos, y sujetar a la vez el tridente. Una pena.
Por cierto, escuchad "Ashes of American flags", de Wilco.
El caso es que siempre que me pongo a recordar a la gente del colegio salen un montón de cosas y me pregunto qué será de la gente tres años después de dejar de vernos. Hace unos meses, estábamos Andrés y yo borrachísimos y acabamos hablando en la plaza de Olavide de una chica del colegio que, cuando éramos pequeños era un poco pardilla, y que resulta que ahora está más buena que el pan. Con otra chica me ha pasado algo que me flipa. Nos llevábamos muy bien y quedábamos con algunos amigos bastantes fines de semana, pero de la noche a la mañana (cuando acabó el curso), nos dejamos de ver. Seguimos hablando por el messenger cuando coincidimos y de vez en cuando nos escribimos algún email, pero no la he vuelto a ver, y eso que vive en mi barrio.
También hay gente a la que no he vuelto a ver y a la que no podría volver a mirar a los ojos por ser tan gilipollas como soy generalmente. Aunque he tenido valor para escribir cartas pidiendo perdón nunca he tenido huevos de entregarlas. Luego está la gente que me encuentro en el autobús o en el metro y de la que paso olímpicamente. Con otros me saludo siempre que nos vemos por la calle. A otros se les echa de menos por lo entrañables que eran.
Aunque pueda parecer lo contrario, mis últimos meses en el colegio no fueron tan felices. Acabé bastante hasta los huevos de los profesores. Yo no es que haya sido nunca un santo, pero es que algunos de ellos no podían ocultar el rabo y los cuernos, y sujetar a la vez el tridente. Una pena.
Por cierto, escuchad "Ashes of American flags", de Wilco.
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