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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

La pelota sobre el tejado

LA PELOTA SOBRE EL TEJADO, por Pedro Martínez.

La pelota iba y venía de un lado a otro de la calle. Jugaban a meter gol usando como meta el portalón de uno de los chalets de la urbanización. Corrían detrás del balón como posesos, mirando fijamente a la pelota para tratar de controlarla. Chocaban una y otra vez entre ellos intentándose quitar el esférico de plástico rojo. Disparaban con fuerza la inocente bola, que golpeaba la puerta del garaje cuando Gonzalo, el más rellenito de los tres, no lograba pararla. Josito había vuelto a meter gol. Levantó los brazos y gritó con euforia por la consecución del tanto. En su imaginación estaba en un estadio de fútbol lleno de hinchas que lo animaban y gritaban su nombre. Jorgito llamó paquete a Gonzalo por no haber conseguido detener el balonazo de Josito. El goleado portero se defendió diciendo que había ido muy alto.
Los tres sudaban bajo el sol de agosto. El asfalto sobre el que jugaban era fuego puro. Gonzalo volvió a sacar lanzando el balón de espaldas para no favorecer a ninguno de los otros dos. Josito se hizo con la pelota de nuevo y metió otro gol. El pobre portero no pudo hacer nada pese a dejar caer su cuerpo sobre la dura y ardiente calzada. “Ahora no he podido hacer nada”, le dijo a Jorgito, que aprobó con desgana la impotencia del portero ante el gran disparo de Josito, el que mejor jugaba de los tres. El pobre Gonzalo cogió el balón y sacó con rabia. Esta vez Jorgito controló la pelota, se dio la vuelta, encaró la portería y, ante el marcaje de su contrario, pegó un patadón al balón mientras se caía por el empujón de Josito. La pelota voló por encima de la puerta de la casa, rozó una alta rama de un árbol del patio y fue a parar al tejado, donde se quedó atascada en el canalón por el que bajaba el agua de lluvia. Josito le increpó con soberbia. “Ya la has cagado otra vez, inútil”. Gonzalo se quedó mirando en silencio la pelota, que estaba en el lateral derecho de la casa. Jorgito también la miraba con los brazos en jarra. “Venga, llama para que nos la devuelvan”, dijo Josito.
Siempre que se les colaba la pelota, la dueña de la casa se la devolvía con una sonrisa en los labios y les decía que no fueran tan brutos cuando jugasen, pero ella bien sabía que eso no se le podía pedir a tres niños de 8 años. Llamaron al telefonillo. Esperaron, pero nadie respondió. Jorgito volvió a apretar impacientemente el botón pero nadie hizo caso. “Bueno, pues vamos a ver si tirándole algo cae”, propuso Gonzalo, el que había estado más callado de los tres. Por el lateral de la casa, la distancia a la pelota era más corta. Si conseguían hacer que el balón cayera del tejado, podría llegar hasta cerca de la reja y meter los brazos para sacarla por encima de los barrotes.
Empezaron lanzando piedras pequeñitas porque había una ventana cerca y no querían romper el cristal. Tiraban con más fuerza que puntería y las chinitas caían al patio de la casa sin dar al balón. De pronto apareció alguien en la habitación de la ventana que daba a ese lado. Era una chica joven, la hija de la dueña de la casa. La llamaron gritando para que les devolviera el balón, pero no oía nada. Llevaba una toalla enrollada a su pelo y otra cubriéndola del pecho a los muslos, la cual se quitó de repente, dejando su cuerpo desnudo al descubierto y a la vista de los niños, que callaron súbitamente. La bella figura de la chica desconcertó a los niños, que nunca habían visto a una mujer desnuda. Ella se secaba pasándose la toalla por los pechos, el abdomen, su velludo sexo, sus perfectas piernas. La contemplaban en silencio, maravillados por los secretos del cuerpo de aquella guapísima chica a la que nunca habían visto y extrañados por la sensación que les producía su pene al querer levantarse libre y no poder por la presencia del slip y el pantalón. Vieron cómo se subía las braguitas por los muslos y cómo se puso el sujetador blanco a juego con la parte inferior de su ropa interior. Agitó los pechos al abrochárselo por detrás. Después liberó su pelo de la toalla de la cabeza y una larga melena castaña y lisa cayó por su espalda. Ajena a su infantil audiencia, empezó a ponerse una camisa también blanca. Comenzó a abrocharse los botones de abajo a arriba, ocultando sus redondos senos a los niños para siempre. Luego se ajustó unos pantalones vaqueros muy ceñidos y desapareció de la habitación.
Con la boca abierta, los pequeños se quedaron un rato mirando a la ventana. La luz de la habitación se había apagado cuando ella salió. Después oyeron que se cerraba la puerta de la casa y salieron corriendo para que no los vieran allí, sobrecogidos por una excitación que no comprendían y compungidos por la vergüenza de haber presenciado aquél espectáculo no recomendado para menores. Al llegar a la plaza del pueblo, le contaron atropelladamente al resto de chicos lo que habían visto y se olvidaron de la pelota, que estuvo colgada de aquel tejado hasta el día siguiente, cuando se dieron cuenta de que no tenían nada con lo que jugar esa tarde.
Llamaron al timbre de la casa. Al momento se abrió la puerta y apareció ella, la chica a la que habían visto desnuda por la ventana. Se quedaron mudos, paralizados por estar tan cerca de ese objeto de un deseo que no eran capaces de entender por su inocencia. Ella les sonrió, comprendiendo modestamente que a unos niños tan pequeños, ver a una chica tan guapa les podía dar vergüenza, pero lo que ella no sabía es que ellos la habían visto en su intimidad y que era por eso por lo que no fueron capaces de hablar más que para responder un tímido gracias cuando les devolvió el balón.

4 comentarios

DUNA_DAN -

Lo q tienes q confesar esq tu perdiste la inocencia mucho antes de los 8 años.Nunca e oido a nadie decir las cosas q tu decias cuando os sentabamos en el cesped de la manguilla hace ya algunos cuantos años.Otra cosa q no me agustao esq jorgito sea el q la cague.Fuera de coñas, veo q tienes otra habilidad q se te da de puta madre aparte de tocar la guitarra, por cierto a ver si qedamos un dia para tocar.chau!

Patch -

Pedrooooo!! Ya he visto tu güé, y mola un puñao (cómo se nota que me dedico a la comunicación, jejeje). He puesto un link de mi página a la tuya, si no te mola lo quito. Un besazoooo

Fily -

Q pasa chavalote!!!me ha molado mazo, me parece muy original y está muy bien escrito,haber si un día te animas y me enseñas el de Benidorm oki, un abrazo meloncete. PD: no se lo enseñes a Sevilla que se flipa y no te dejará en paz, see you soon.

Torpin -

Pedro, muy bien torpedo. Es una bonita historia, muy sensual, je! además me ha encantado que hables de la perdida de la inocencia de esa manera. Venga sigue así, serás un gran escritor, a ver si me haces un pequeño guión para que haga un comic, je!. Un abrazo electrónico.