La guerra de las galaxias. Episodios IV, V y VI
¿Qué voy a contar que no se haya dicho ya de esta saga? Muchos tendrían que aprender de esta trilogía (incluso los propios que la engendraron, que parecen haber olvidado cómo hacer las cosas bien). Todo un prodigio de efectos especiales teniendo en cuenta la época en que se hicieron. Una historia simple, pero genialmente ambientada en ningún tiempo ni lugar: "hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana". Todo un festival de razas raras de todos los gustos y colores: desde el peludo wookie Chewbacca hasta los fríos soldados imperiales. Y que no se me olvide la fuerza. ¿Qué es la fuerza?. No lo sabremos, pero sí sabremos lo que se puede hacer con ella: convencer a gente de cosas que no son, mover pesados conductos de respiración y empujar a gente a metros de distancia sin tocarlos. Podría hacer una tesis doctoral (bueno, quizás un folio solamente) hablando de los personajes, pero sólo voy a comentar un poco por encima el que tuvo más relevancia para el actor que lo interpretó: Harrison Ford, que desde entonces está inseparablemente unido al canalla con buen corazón de Han Solo. Pirata espacial, contrabandista, chulo, prepotente, engreído, es decir, el héroe por excelencia. Acompañado siempre por Chewbacca, el hombre-perro-lobo-oso de dos metros que se comunicaba con el resto del universo a base de gruñidos irreproducibles, y a bordo del mayor montón de chatarra de la galaxia, pero el más rápido, el sempiterno Halcón Milenario, iba de galaxia en galaxia huyendo de Jabba el Hutt, ese flubber tan grande como un autobús, cuando se cruza en su camino con el viejo Jedi Obi-Wan, con Luke Skywalker y dos extraños androides (los inolvidables R2-D2 y C3PO). Mientras tanto, el Imperio, con Darth Vader a la cabeza y el maléfico Emperador detrás de todo, busca a esos dos ingenios de chapa y cable porque uno de los dos lleva un mensaje de la Princesa Leia con los planos del último grito en armas de destrucción masiva, la Estrella de la Muerte. Después de muchos avatares, consiguen llevar a buen fin los planos y la pequeña flota de naves de la rebelión consigue destruir la estación espacial del imperio. Sin embargo, no todo acaba aquí. Vader sobrevive y patea la galaxia buscando a los rebeldes y a su nuevo líder, el joven Skywalker, aquel que traerá el equilibrio a la fuerza. Éste, mientras tanto, va a Dagobah, un planeta pantano, a aprender las artes Jedi del maestro Yoda, ese viejecito verde tan simpático y que se parece tanto a Jordi Pujol. Para atraer al joven aprendiz hacia el lado oscuro de la fuerza, Darth Vader secuestrará a Han Solo y éste irá en su rescate, pero llega demasiado tarde y el contrabandista es entregado a Jabba. Tras un combate con el sable láser entre Vader y Skywalker, éste último pierde un brazo mientras que el híbrido entre robot y humano le rebela al manco que es su padre. Luke consigue escapar y al inicio de la tercera parte, él irá a buscar a Solo junto a Leia, Chewbacca y Lando Calrrisian, el jefe de las minas de la ciudad nube donde Han es secuestrado. El último asalto contra el Imperio se producirá en la luna de Endor. Nuestros héroes se dividen: Luke se entrega a su padre (antes le revelará a Leia que son hermanos) y lucha contra él y contra el Emperador; Solo, Leia y Chewbacca, ayudados por los entrañables Ewoks, desactivaran el blindaje de la nueva Estrella de la Muerte para que Calrrisian, al mando de toda la flota estelar de la rebelión, penetre en el interior del complejo destructor y acaben de una vez por todas con el Imperio tras una batalla mítica de cazas estelares, el beso entre Leia y Han Solo, y el épico combate entre Luke y su padre y el Emperador. Sé que se me olvidan un montón de cosas y que sólo lo he contado por encima, pero creo que es algo que hay que ver por lo menos tres veces en la vida (yo lo hice más).
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Andrés -