Blogia
Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

Música

Cansautor

Cansautor No es lo mismo escuchar una y otra vez California Stars en tu casa a hacerlo en un concierto. El viernes tocó Jeff Tweedy en Madrid. Ya sabía que no iba a ir, pero no me imaginé lo que me estaba perdiendo hasta que me llamó mi hermano cuando tocó la canción y la escuché entera. Desconecté tres minutos del trabajo y me senté al lado de la máquina de café. Lo mal es que oía a mi hermano cantar más alto y más desafinado que al otro, pero no importaba.

Wilco es una de mis debilidades, ya lo sabéis la mayoría. Lo que pasa es que me faltan pelotas para fingir una enfermedad o, simplemente, pedir un día libre o un cambio. Quizás me echó para atrás también el hecho de que Jeff Tweedy tocara sin banda. Puede estar bien, o puede ser un coñazo, ver a alguien que te gusta hacer un concierto él solo. Pongamos ejemplos.

A mí me enseño a tocar la guitarra un tío al que de repente le dio por querer ser el nuevo Enrique Urquijo. Terminé dándome cuenta de que daba pena. Tocar noche tras noche Quiero beber hasta perder el control no debe ser tan divertido como hacer Like a Rolling Stone. Las últimas veces ya iba por compromiso. También fui a ver a Quique González un día a la Sala Galileo. Tocaba él solo, sin banda, con su guitarra, su armónica y su piano. Increíble. Sin ser el alma de la fiesta sobre el escenario, lo bordó y en ningún momento me sentí aburrido como con cualquier otro cansautor. Con Gary Louris me pasó a ratos. Genial a veces, en algunos momentos se perdió con canciones que todavía no conocía y a él no se le notaba muy cómodo. Aún así, lo recordaré como algo muy bueno.

**Si no nos suena ningún nombre de los que pongo aquí, ya tardáis en bajaros música o pedirme o compraros algún disco**

Fecha caducada

Fecha caducada Tengo gran parte de mis discos totalmente olvidados, descuidados y/o perdidos. Quería escuchar algo de Los Piratas, pero no he encontrado el Manual para los fieles en su caja, uno de los mejores discos que se hicieron en España en los años 90. Si me preguntasen por mi canción preferida, diría que Tan fácil, pero luego me lo pensaría y diría que M, para después cambiar y decir que Fecha caducada. No sabría decir una de ese disco -ni de los anteriores-.

Qué buenos eran. Recuerdo que al primer concierto al que fui fue de Calamaro, en el Parque de Atracciones. El segundo, de Los Piratas. En La Riviera, un viernes 16 de abril de no me acuerdo qué año -creo que hace ocho años-, con Los Lombardis de teloneros y por 1.600 pelas. Lo recuerdo porque todavía guardo la entrada, junto con otras más recientes, la foto de mi graduación y otras de conciertos míos con mi segundo grupo -no me reconozco en algunas-. Hacía mucho que no habría ese sobre. Aunque hasta hace poco he guardado ahí las entradas de todos los conciertos a los que he ido, no había vuelto a mirar todos los pases y las imágenes que había dentro. Lejos del sentimentalismo, me han recordado a tiempos pasados que creía mejores, pero ahora no son sino peores o, en el mejor de los casos, indistintos.

Desde que trabajo los fines de semana, me he perdido unos cuantos. Me muerdo las uñas por no haber ido a ver a los Drive-by Truckers, Marah, algún día más a Quique González, algún concierto amigos... Y no quedan entradas para Iván Ferreiro mañana. Todavía peor, el uno de diciembre toca Jeff Tweedy en Madrid y creo que me lo voy a perder. Lo peor no poder ir a un concierto es saber que hay alguien conocido que está en él mientras tú trabajas o estás en casa sobándote el falo. Más jodido aún es hacerte ilusiones con ir a un concierto y que no haya entradas, sobre todo, con grupos no españoles que paran en Madrid cuando tienen tiempo entre avión y avión.