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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

Politizar el folleteo

Politizar el folleteo   No me gusta la cabalgata del orgullo gay. Mucho menos el mariconeo institucionalizado: el de los políticos que miran a Chueca para llenarse el bolsillo. Alguien coló en la baraja la carta 41 y todos seguimos jugando al cinquillo sin darnos cuenta. Inés Sabanés, Carmen Calvo, Pedro Zerolo, Cándido Méndez, José María Fidalgo, Gaspar Llamazares... El mismo reparto de otras películas. Son como los Monty Python, aunque sin gracia.

  Si eres hombre y follas macho, los únicos que van a cuidar de ti desde arriba serán los de siempre. Lo mismo pasa si eres mujer y follas hembra. O si eres de los que viven entre Atlanta y Detroit, o si te cambiaste de una ciudad a otra. Además, si hoy no sales a la calle a decirlo, estás marcado: no eres de los suyos. Falso. De ti sólo vas a cuidar tú.

  Esta cabalgata es un alegato a favor de la vanidad, no una reunión reivindicación verdadera de nada. Mientras esto pasa, mientras se canta a la libertad sexual, hay avisos de bomba, atentados terroristas, matanzas y amenazas. Y pasa como siempre: unos disfrutan de la fiesta mientras el vecino aguanta en silencio el sufrimiento de no poder dormir.

  Que cada uno se folle a quien quiera... o pueda. Pero ojo, si sales a la calle para gritar como una posesa que quieres follar hombres, te van a pasar dos cosas: te tomarán por loca y, por supuesto, ello hará que no cates carne. Si tan normal es que salgan los homosexuales a gritar, tan normal ha de ser que los heterosexuales lo hagan. Lo bonito es que cada uno susurre sus ganas de meter a la oreja de quien quiera acompañarlo.

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