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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

Discoteca

La historia se repite

La historia se repite

 

Sólo vi una vez a Antonio Vega lejos de un escenario. Yo iba camino de mi parroquia a tomar cerveza y él salía acompañado de un viejo coche blanco, en medio de una noche que hacía frío, al lado de la Sauna Sudores –a.k.a. Sala Clamores-. Iba encorvado, como un maestro Yoda menos peleón y bastante más blanco que verde. Años antes de esto, fui a verle muchas veces en directo. El primero, en la Galileo, fue glorioso, o al menos eso creo, pues por entonces sufría el síndrome del “fan fatal”: el que todo perdona del héroe y para el que cualquier caca es un delicioso manjar que hay que comer por ser defecación divina. El último bolo, en unas fiestas de La Paloma, creo, me pareció patético: ya había otros que me gustaban más y, cual loquita pendenciera de Chueca, me terminé por desenamorar de esa mierda de novio que se ha descuidado y ya no está tan guapo como cuando salíamos.

 

Hoy he descubierto que todavía le sigo queriendo. Un poquito, al menos. He rescatado dos de sus discos. No pensé que me fuera a pasar pero, como si hubiera encontrado las cartas que me mandaba mi antiguo chico y que no tiré, he escuchado las canciones que antes me emocionaban y algunas me han parecido fogonazos atómicos, inmensos resplandores en medio del páramo radiactivo que acabó siendo: un pretérito imperfecto. Sus discos no eran geniales, sólo algunas canciones sobresalían como una top model en el metro de Pitis. En directo, salvo contada ocasión, dejaba bastante que desear –eran conciertos cortos, se olvidaba de las letras, fallaba en los solos, los de la banda ponían cara de no saber si jugaban al póker o a la pocha-. Acabó siendo carne de programa de TVE, de esos que hacen playback mientras un público, traído por un bocata de queso, baila al ritmo de los figurantes con el mismo estilo que tienen las viejecitas y los niños en edad de primera comunión en la verbena de Cercedilla. Y no quiero recordar la bajada de pantalones que fue volver a juntarse con el hortera de su primo hace unos años –pero lo entiendo, había que comer-.

 

Da igual que haya sido cáncer o neumonía –más morboso, por cierto-. No importa que durante todo el día hayan estado confundiendo con sus textos surrealistas las canciones del hawaiano paleto que tocaba con él en Nacha Pop, ni que una y otra vez hayamos leído los mismos tópicos en obituarios de andar por casa. Ha muerto y ahora hay que vender un disco en Navidad. No lo quiero. En cuanto llegue a casa y cuelgue esto, voy a buscar la vieja cinta en la que tenía por una cara Océano de Sol y por la otra Anatomía de una Ola. Vuelvo a finales de los noventa, cuando no podía dejar de escucharle y a ninguno de mis amigos les gustaba –ahora tampoco, porque tengo menos pero mejores-. Y la historia se repite.

 

Descanse en paz.

 

Bienvenido, 2009

Bienvenido, 2009

Un año pasa como viene el siguiente y se fue el anterior, como los días se suceden uno tras otro, con sus noches más largas y sus soles veloces, como los minutos corren hacia la salida del trabajo -creo que no he quedado poético, pero el duende, si es que alguna vez tuve uno, o lo confundía con un troll de la caverna en la que duermo, se fue hace mucho tiempo-.

 

Empezó 2009 y creo que voy a abrir uno de esos estúpidos grupos en Facebook que pretenden el apoyo para causas –la mayoría, ojo- todavía más patéticas. El que crearé tendrá pronto otro asociado que será algo así como "doy mi voto a favor de que el grupo creado por Pedro sea declarado como el más estúpido de los jamás abiertos en Facebook". Total, que visto cómo se presenta el nuevo año en cuanto a discos, voy a proponer la apertura de un grupo de apoyo crematístico a la causa de mi discoteca. Pero nada de donar –y flipé cuando descubrí que se podía hacer- pasta ficticia. Quiero euros. Mortadelos. Panoja. Pasta.

 

Solicito mi apoyo a toda la comunidad del caralibro para que me ayuden a conseguir, en formato original, por favor, los siguientes discos, de momento:

 

-         el que va a sacar M. Ward, algo así como Hold Time, se llama.

-         El que va a ametrallar A.C. Newman, el de la foto, el bocachancla panochita de los New Pornographers: Get Guilty

-         Lo que se van a coitar a medias Will Johnson –Centromatic/South San Gabriel- y Jason Molina –Songs:Ohia/Magnolia Electric Co.-

-         Middle Cyclone, de Neko Case. En este link hay una canción en forma de avance, People Got a Lotta Nerve. En su línea. Que no se detenga.

 

***El vídeo es un avance de cómo se ha ido cociendo el disco de Neko Case. En un momento aparece otro bellezón de tiparraca, de ese estilo entre Juno y Natalie Portman. Se llama Kathly Calder, teclista de los New Pornographers***

 

***Este post lo escribí ayer en el trabajo. Lo publico hoy, que no puedo dormir, a las cinco de la madrugada. Que Dios  nos provea de orfidal más a menudo***

Un 2008 feliz

Un 2008 feliz

 

No puedo sentarme a hacer una lista de lo que más me ha gustado de 2008 pero, como todo aspirante a ser el Nick Hornby español –somos muchos, lo sé-, quisiera hacer un repaso de lo que más me ha llamado.

Cojo Uncut, Rockdelux y Pitchfork, y veo que coinciden, a grandes rasgos. No puedo ser menos: lo paso en grande con los Vampire Weekend, me quedo absorto cuando puedo escuchar tranquilamente a Portishead, y he flipado con las voces y las melodías de Fleet Foxes –me gusta más el EP que el LP- y Bon Iver. Pero, al lado de estos dos últimos, ha pasado desapercibido Peter Broderick, un tipo a medio camino entre Copenhague y Oregón, todavía más sagrado que los barbudos de Seattle y más dolido que el llorón de For Emma. Gracias al Doctor por el descubrimiento. Qué pena que yo no le haya podido convencer con los Flight Of The Conchords

Más cosas: pensé que los Drive By Truckers estaban muertos después del nefasto A Blessing And A Curse. Tortazo de canto, pues Brighter Than Creation’s Dark es otra andanada de polvo rockero como lo fueron muchos de los anteriores. Me coloco sólo con escuchar a los Black Mountain y padezco de resaca cuando pongo el The Golden Age, de American Music Club –All The Lost Souls Welcome You To San Francisco va para canción del año-. No los conocía y he aprovechado para averiguar más de sus discos anteriores, como me ha pasado con Lambchop –sí, chuleta de cordero- y Sun Kil Moon.

Calexico ha vuelto por la puerta grande –y qué bueno, por cierto, Depedro-, a Jakob Dylan le ha hecho un gran favor Rick Rubin, quien a su vez se lo ha seguido montando con Neil Diamond. Y, si hablamos de diamantes, pongamos como joya del año a The Grand Archives, la media cabeza de los Band Of Horses que abandonó la nave a tiempo –Cease To Begin nos engañó a todos-. No timan, por mucho algodón que les pasemos, los Felice Brothers y su gran canción Frankie’s Gun, y Dr. Dog, con The Rabbit, The Bat And The Reindeer.

Y sigo: TV On The Radio, otra vez increíbles, y cada vez más asequibles –pero vaya vídeo…-. Que no se tuerzan. Sucios los Hush Arbours, pero con mucha enjundia. Relucientes e inmaculados los Death Vessel, y curioso su caso: la voz de Joel Thibodeau, un machito de pelo largo, es clavada a la muchachita de Russian Red. Quien, por cierto, me ha terminado gustando.

Tantas y tantas cosas buenas –muchas me dejo en el tintero-, y otras no tan buenas que, quien sabe, puede que te gusten. No entendí nunca el revuelo con el Evil Urges de My Morning Jacket, ni el patinazo de Will Johnson con el doble de Centromatic y South San Gabriel. No le vi mucho la gracia a Kitty, Daisy and Lewis, el cupo de revival lo ha cubierto, con buena nota, Eli Paperboy Reed –antes de morir, poneros este concierto-. Me han dejado frío Ron Sexsmith y el revolcón de Mark Olson y Gary Louris –también el LP por separado de éste-. No le he visto la gracia a Giant Sand –o son demasiado tristes, no sé…- ni compro la emoción del último de Vetiver. Y me empieza a cansar la voz de Will Sheff, el cantante de Okkervil River, y es que The Stand Ins no es la segunda parte del anterior…

Faltan cosas pero, como dice cierto locutor de radio y escritor, no tenemos ánimo de ser exhaustivos, y sí de escuchar hoy una cosa, volver a escucharla mañana y descubrir que no es tan bueno o, qué felices cuando pasa, cruzarnos con el disco de nuestra vida 24 horas después de haberlo conocido… Bienvenido, 2009.

**El vídeo es de otro que se ha salido este 2008: Langhorne Slim y la foto es de un tipo que vendía su megacolección de discos hace un par de años o cosa así**

 

Ay, madre, si los discos fueran sólo la portada...

Ay, madre, si los discos fueran sólo la portada...

Sólo unas líneas, un vídeo y, sobre todo la imagen. Es la portada del próximo disco de Neko Case. Me parece una auténtica pasada. La foto, quiero decir. Sobre ella no me pronuncio. Os dejo un ventanuco de Youtube. Y de las nuevas canciones no sé nada. Cuidaros. Próximamente escribiré sobre otras cosas.

 


Neko Case - Favorite - Outro with Bees
Cargado por heydrich

Festivales de verano, cogeros de la mano

Festivales de verano, cogeros de la mano

Vaya por delante que no he ido nunca a un festival de música. Miento, fui a uno hace unos cuantos años, pero nada de dormir en tienda de campaña y ponerme de farmacopea desde por la mañana para arrastrarme hasta que el cuerpo volviera a desfallecer. Pasé dos noches en una pensión gallega y me desayuné una botella de albariño mojado en navajas con los amigos. Uh, qué macho.

Tengan ustedes presente también que es tarde. Rozan las cuatro y media de la madrugada, todavía no he pegado ojo y estoy oyendo ruidos en el pasillo, así que no me tengan en cuenta, queridos, que las dos siguientes recomendaciones les parezcan una soberana gilipollez.

Comienzo proponiendo la lectura del artículo enlazado en estas mismas palabras y su posterior comentario en este, mi blog, vuestra casa, aunque algún pichafloja me llame lo que me llama. Lo último que os invito a hacer es leer este periódico con frecuencia. Para ello, borrad el galimatías hachetemelístico que hay después de .es/. No saco ningún beneficio por darles publicidad, pero merece detenerse en él al menos una vez al día. Como el cagar.

Les dejo con una actuación festivalera. Buenas noches.

 



En estas horas dando vueltas en la cama me ha dado tiempo a escuchar dos cosas interesantes: OH (Ohio), de Lambchop, y Ships, de Danielson. No les pierdan el paso.
 

Okkervil River: The Stage Names/The Stand Ins

Okkervil River: The Stage Names/The Stand Ins

 

El año pasado llegó a mis manos casi de rebote un disco que prometía y no me defraudó. Era The Stage Names, de Okkervil River, un grupo formado en Austin, Texas -cómo me gusta decir eso: Austin,Texas-. De primeras, no son nada nuevo. Cinco tíos tocando instrumentos corrientes, como se ha hecho toda la vida, un cantante bastante feo con una voz que no destaca, y que hasta puede resultar odiosa, pero canciones muy resultonas, pegadizas, cañeras unas, relajaditas otras. Vamos, que no descubrían el Mediterráneo, pero era como darse un baño en él en pleno agosto.

Un año después llega The Stand Ins, una segunda parte de su entrega de 2007. Ellos, peliculeros y noveleros como pocos, van de camino por la misma senda que, por ejemplo, Ryan Adams, incapaz ahora mismo de distinguir una canción de un filete -miedo me da Cardinology...-. A lo que iba, The Stand Ins continúa la senda de su antecesor, pero la fórmula ya suena vieja -muy nueva no es que fuera- y las canciones son como un vaso de agua: quitan la sed al momento, pero luego no te acuerdas de ninguno en particular.

A lo que voy: ¿por qué coño tienen tanta prisa algunos grupos en editar discos y más discos, unos seguidos de otros? No quiero sacar conclusiones precipitadas, pero tengo la impresión de que, cuanto más deprisa se suceden las secuelas, peores canciones y álbumes salen. Pongo como ejemplos a Ryan Adams, The Arcade Fire o Band Of Horses.

Al menos, a los Okkervil River se les ha ocurrido una curiosa manera de promocionar su último parto. Han abierto un canal en Youtube con versiones de las canciones interpretadas por artistas de su quinta. Está Bon Iver, Ola Podrida, A.C. Newman, de The New Pornographers... Curioso y bonito a la vez, aunque de lo desconocidos que son algunos, los vídeos parecen grabados por el típico webcam-boy haciendo una versión de su ídolo. Ahí os dejo Lost Coastlines, con A.C. Newman y Will Sheff, voz de esta banda de Austin, Texas. Austin, Texas. Austin, Texas. Vale, ya paro.

Myspace de Okkervil River: www.myspace.com/okkervilriver

 


Se han pasado

Se han pasado

Esto de querer estar a la última tiene sus peligros. Nos solemos pasar de listos y, como en el caso de este texto de El País, de frenada. Que yo sepa, todavía quedan dos meses de 2008 y todo 2009, pero el plumilla -sin desprecio- da carpetazo a una década que ha sido más que Coldplay, The Libertines, The Strokes y Amy Winehouse -por Dios, ¡qué plasta!-.

Aún así, no dejéis de echarle un ojo al artículo, en el que hay verdades como puños y erecciones mentales con posterior eyaculación. Viene bien refrescar en la memoria lo que hacíamos hace ocho años, de dónde venimos y a dónde vamos, y la cantidad de música que nos queda por escuchar.

Dejo de propina una canción de uno de los mejores discos de la década, la 00, que todavía no se ha acabado, por si a alguien le cabe alguna duda.

 



Música ligera

Música ligera

Me sorprendo a mí mismo escuchando rap o música electrónica, cuando he sido -y sigo siendo- un firme defensor del sonido tradicional pop. Me veo raro cuando me río al escuchar la letra de una canción. Yo, que tengo los libros de las de Dylan. ¿Quién ha derretido la pasta cultureta que me recubre?

Flight Of The Conchords es un dúo de músicos/actores de comedia formado por Bret McKenzie y Jemaine Clement, neocelandeses -sí, Nueva Zelanda- y dos genios sin complejos. Y qué queréis que os diga, me encantan. Me parecen cachondos al extremo. Letras ligeras sin un ápice de artificialidad, ingeniosas y desternillantes a veces. Hay hasta un solo en binario (0-1), en una canción sobre el triunfo de la revolución de las máquinas. Sólo hay que imaginarse a un temible T-800 moviendo las caderas a ritmo de boogie y cantando "the humans are dead" mientras sacude ráfagas de láser azul en la cueva donde se esconden los últimos humanos, harapientos y completamente desquiciados por la resurrección folkie de la primera década del siglo XXI. Y no suena nada mal. Hay de todo. Rap, funky, electrónica, pop, bossa-nova...

Creo que estos esperpentos mentales tienen una serie de televisión en HBO, pero mi curiosidad por ellos no ha llegado a tanto como para ver algún episodio. No lo descarto. Y si algún alma piadosa le puede decir a su mula que vaya al pozo y me traiga un DVD con algún episodio, tendrá el beneficio de mi intercesión cuando el alzamiento robot triunfe.

 


Música para el verano

El calor me ha dejado seco. Las tetas introducidas a presión en los escotes veraniegos de las madrileñas podrían llevarme a la cárcel, así que procuro permanecer encerrado en casa y salir lejos cuando dejo el agujero de la pared. El nuevo trabajo y las vacaciones de mi fan número uno -que podría dejar la Secretaría General de la organización tras la primera frase de este post- me alejan de los pensamientos impuros. Por supuesto, la música también.

Mañana me voy otra vez de viaje. Parece que en la nueva oficina se han empeñado en tener al tonto del nuevo de un lado para otro. Lo agradezco, así que, mejor que sigan pensando eso. Este fin de semana estuve en Zaragoza, la ciudad de la Expo de los besa-koalas, los mancha-conciencias y los abraza-árboles. Hace un poco más de un mes, me mandaron a Noruega. Hay otro viaje en ciernes, aunque no tengo nada confirmado. Y no estoy de vacaciones.

Mientras tanto, quiero decir, mientras se agotan los días de mi contrato, sigo escuchando música. Ésta es una pequeña selección de lo que me está acompañando en el coche de camino a San Sebastián de los Reyes, en los aviones transnacionales y en los trenes de toda España. Si no quieren pasarlo tan mal a 40 grados a la sombra en la Villa y Corte, tomen nota:

- Fleet Foxes, el largo. Sacaron un EP a principios de año que me dejó impresionado. Sin duda, el disco ofrece prestaciones más bajas, pero deja muy buenas canciones.

- Langhorne Slim: otro grupo americano más de esos en los que un tío -Sean Scolnick- tira del carro bajo un seudónimo para que su nombre no sea uno más en myspace. Adictivo.

- The Dutchess And The Duke: un disco que podría pasar perfectamente por unas sesiones perdidas de los primeros Rolling Stones. El feo y la no muy guapa que deciden aprender a tocar la guitarra y componer canciones. También muy típico.

- Jason Molina: ¿es el último gran cantautor americano? Deja de lado el misticismo del feo de Bonnie Prince Billy y métete en la oscuridad del Neil Young del siglo XXI. Su disco en solitario, Let Me Go, Let Me Go, Let Me Go, de hacer un par de años, es whisky sin hielo. Queda pendiente hacer un post sobre su trayectoria.

Nada más, al menos hasta que vuelva de Gelsenkirchen.

Sobre versiones: Vetiver

Sobre versiones: Vetiver

A veces no sabes por dónde te va a venir el tema del día/semana/mes para escribir. Estaba en casa escuchando música en casa, hoy que he llegado pronto, y me ha apetecido escribir en el blog, pero no sabía sobre qué. He llegado leyendo a la idea.

 El País se hace eco de un reportaje en la revista Total Guitar sobre las peores y las mejores versiones en la historia de la música pop. No entraré a valorar la lista –alejada, al menos del típico “cómo mola la versión de los Guns ‘n Roses de Knockin’ On Heaven’s Door”- porque me ha dado pie para hablar de una banda por la que siento debilidad extrema, que tocó hace poco en Madrid y que por segunda vez que me perdí.

 Vetiver, que ha estado de gira con Gary Louris y otros como banda de acompañamiento, nace bajo el ala de Devendra Banhart, otro cantautor americano del rollo freak folk –dicen que el más representativo: yo no me mojo, no he escuchado nada suyo-. El primer disco de esta banda, liderada por Andy Cabic, salió en 2004. Son canciones que no hacen ruido. Aparecen una tras otra como distintos paisajes por los que baja un río. Casi desnudas de instrumentación, Cabic y Banhart se lían la manta a la cabeza con sus dos guitarras y poquitos arreglos más de cuerda. Incluso se atreven con el francés y el castellano en un par de temas.

 En 2006 aparece To Find Me Gone. La voz de Cabic tiene cubiertas las espaldas por una banda que no tiene reparos en dejarse caer por el lado de la psicodelia –You May Be Blue- o un folk más puro –Won’t Be Me-. Es otro disco para escuchar con calma y atrapar los detalles que se escapan todavía hoy, dos años después.

 Ahora, y volviendo al comienzo de este post, aparece Things Of The Past, su último trabajo. Son doce versiones cuyo original no conozco, así que las trato desde la falta de bagaje para comparar. Es decir, como canciones nuevas en mis oídos. Mantienen el sonido de banda del anterior disco y, aunque los temas se mueven en parámetros  más convencionales, hay momentos sublimes, como la voz de Vashti Bunyan -¿quién coño es?- en Sleep A Million Years, el piano en Lon Chaney –instrumento casi testimonial en los otros álbumes- o la cabalgada a lomos de una guitarra de doce cuerdas y una armónica en Hurry on Sundown.

 Os dejo Been So Long, la canción que abre To Find Me Gone. Es la primera vez que cuelgo un vídeo de Youtube aquí. Lo haré más veces. Creo que es un buen complemento para lo que escribo, que no siempre coincide con lo que quiero decir o lo que he oído o escucháis vosotros.

 

¿Llevan más de 20 años engañándonos con el CD?

¿Llevan más de 20 años engañándonos con el CD?

Elvis Costello, un músico sin disfraz pero con múltiples caretas, habla con elpais.com de la industria musical y, cómo no, de su último disco, Momofuku. Lo estoy escuchando ahora por primera vez. Mi hermano, más acólito a él que yo, se lo compró la semana pasada. En vinilo, además, que es como McManus concibió en principio su publicación, con cupón de descarga legal en mp3. Luego ha recogido todas las piedras que había dejado en el camino y Momofuku también se va a poder escuchar en ceros y unos.

Veamos el titular de la entrevista: “El vinilo es mejor; llevan más de 20 años engañándonos con el CD”. ¿De verdad, Patrick? “Las reediciones en ese formato –al CD se refiere- de los discos originales analógicos constituyen una desgracia, al igual que la aceptación del MP3 como un estándar de sonido”. ¿Tú, Patrick Declan McManus, el tío que, posiblemente, más reediciones de sus discos ha hecho en los últimos diez años, dices esto?

Está claro que Costello no sabe qué hacer para vender más, pero su jugada es de triple y tiro libre adicional. El disco va a sobrevivir, seguramente, gracias a dos cosas: la descarga por Internet –legal o ilegal, pagando o sisando- y el vinilo. Llamadme pretencioso o flipado tras esto pero, ¿os habéis fijado cuántos grupos están tirando de acetato? ¿Habéis visto a los DJ’s de verdad? Éstos últimos han sido los que han vuelto a arrancar las 33rpm y el resto se ha subido al carro. Costello el último, pero detrás de él irán más.

Y no, el CD no es peor que el LP. Ojo, lo dice el que escribe, que en el último año y medio ha escuchado más vinilos que galletas, se pone cintas en el coche, lleva el ipod por la calle, lo conecta a unos altavoces cuando llega a casa y no quiere saber dónde dormiría si todo lo que tiene en formato digital fuera analógico.

Pero, ¿qué coño importa esta discusión conmigo mismo? A fin de cuentas, de lo que nos acordamos es de las buenas canciones, no de si las escuchas en el parque o en el tocadiscos. Por eso creo que no nos han engañado con el CD.

**Por cierto, acabo de terminar de escuchar Momofuku. Le daré más vueltas, aunque no ha habido canción alguna que me haya llamado la atención.**

Fleet Foxes

Fleet Foxes

Lleva Unos meses en circulación un EP de un grupo de esos que parece que no hacen nada nuevo, pero que te van despertando poco a poco. Y eso que la primera bofetada es bien grande: una canción de dos minutos y poco, Sun Giant, que parece canto gregoriano al principio y acaba acunada por una mandolina.

Fleet Foxes, en su EP de cinco canciones, se descubren como una mezcla de My Morning Jacket, Arcade Fire, Band Of Horses, pero barnizados con un sonido más acústico y mejores armonías y melodías vocales, que es lo que más se te pega al oído en la primera escucha. En English House parecen indios cantando alrededor de la hoguera pidiendo suerte a los dioses para la caza.

No dejéis de escucharlo. Dentro de poco, además, disco al canto.

Referencias

www.myspace.com/fleetfoxes

http://www.pitchfork.tv/daytripping/fleet-foxes/austin

The Grand Archives vs Band Of Horses

The Grand Archives vs Band Of Horses

 

Marzo de 2006. Una de las bandas más prometedoras del indie-rock americano saca su primer larga duración con Sub Pop, cerrando así una etapa de giras agotadoras por un bocadillo y cerveza, y perfilándose como una de las apuestas sobre seguro para el futuro. Todo parece perfecto, cualquiera de nosotros firmaba eso ahora mismo, pero para Mat Brooke no es suficiente. La bicefalia de Band Of Horses se hace insostenible y, recién estrenado Everything All The Time, Ben Bridwell se queda solo defendiendo las canciones. No sólo lo consigue, sino que consolida el nombre de la banda de caballos y saca un segundo disco, ciertamente menor.

 ¿Qué fue del otro? El jinete Matt Brooke cabalga dos años después con Grand Archives, una versión mejorada, todavía más luminosa y pegadiza que su primera parada en Sub Pop. Al cóctel de guitarras bañadas en efectos dispersantes –ecos, trémolo, chorus…- se le añaden estribillos más magnéticos y se retuercen las melodías un grado más.

 Hasta ahora, no hemos aportado nada nuevo, nada que no supiéramos de ambas bandas –recordemos, Band Of Horses y Grand Archives-. La ventaja de una con respecto a la otra es evidente. Brooke tiene por delante el reto de no pifiar la reválida. El disco de los Grand Archives ha salido este año y destaca por su propio peso entre la superpoblada música independiente americana. Es, como el primero de Band Of Horses, una maravilla. Sin embargo, los de Ben Bridwell suspendieron la segunda convocatoria estrepitosamente. Después de Everything All The Time, Cease To Begin (2007) es como comer un sandwich de segundo plato después de una suculenta ración de jamón ibérico.

 Referencias y enlaces

 -         Everything All The Time, Band Of Horses, 2006. Sub Pop

-         Cease To Begin, Band Of Horses, 2007. Sub Pop

-         Grand Archives, The Grand Archives. 2008. Sub Pop

www.bandofhorses.com

www.myspace.com/grandarchives

Recomendaciones musicales mientras se me ocurre algo más interesante que contar

Recomendaciones musicales mientras se me ocurre algo más interesante que contar

- The Golden Age, American Music Club. Un disco frac. Elegante como el A Ghost Is Born de Wilco, pegadizo y tranquilo como el Country Mouse, City House de Josh Rouse. No podrás dejar de escuchar una y otra vez All The Lost Souls Welcome You To San Francisco o Windows Of The World. Como dijo el camello de la plaza Guardia de Corps: "Un disco imperial".

- Person Pitch, Panda Bear. ¿Qué es? ¿Un revival del Pet Sounds todavía más pasado de rosca? ¿Un timo? ¿Se habrán equivocado esta vez los de Pitchforkmedia? Sólo dale paciencia.

- Viva Last Blues, Palace Music. En lo único en que coincidimos los que lo conocemos, yo muy poco, es que Will Oldham es el tipo más feo de la tierra. Que sí, que hace muy buenas canciones, que es un genio, pero a veces también es como tomarse un orfidal nada más despertar.

Hay vida tras The Jayhawks

Hay vida tras The Jayhawks

 

Con apenas unos meses de diferencia, Mark Olson y Gary Louris han sacado sendos discos a la altura de lo mejor que han podido hacer nunca. No hay punto de comparación con nada de The Jayhawks, aunque ambos se siguen moviendo en las coordenadas del rock americano de cantautor.

 Tras Rainy Day Music, la banda con nombre de equipo de la liga americana de baloncesto universitario se separa. Mark Olson ya se había bajado del barco mucho antes, una vez facturados Tomorrow The Green Grass y Hollywood Town Hall. Su rastro se pierde en las aventuras musicales con su ex mujer, Victoria Williams. Gary Louris toma las riendas como compositor y voz principal, pero sólo alcanza su mejor versión con el último disco.

La ruptura es completa en 2003, tras un concierto en Valencia. Rainy Day Music es como darse cuenta de que sólo hay desierto por delante cuando se acaba el agua de la cantimplora. Sólo queda esperar a que se decidan a romper su silencio y publicar por separado. Sorprendentemente, el primero que se lanza a ello es Tim O’Reagan, batería desde 1995. En 2006 saca disco con Lost Highway Records. Hay apariciones de sus ex compañeros de carretera, quienes, a todo esto, se entretenían con proyectos paralelos. Louris, ya lo hacía cuando estaba con The Jayhawks, graba cosas con Jeff Tweedy y otros en Golden Smog.

 A Olson parece no irle tan bien. Divorcio en febrero de 2006. Es el momento de volver a coger la guitarra. Él y Louris liman viejas asperezas. Llegan a hacer algún concierto juntos, pero no salta la chispa adecuada. Así que, tira por el camino del centro. Disco al canto.

 Salvation Blues llega a finales de 2007, resultado de dos años de duro trabajo con la música como terapia para superar la depresión. “A two-year journey through the heart of loss and redemption”, según él mismo. Quien espera encontrar los guitarrazos fuzz de Louris se topará con su voz y una nueva pizca de las armonías vocales más hiperestésicas que han nacido en América. Las canciones de Olson se sostienen por sí mismas, a medio camino entre el country y el nuevo folk de The Felice Brothers.

 En febrero de 2008, Gary Louris se descuelga con Vagabonds, su primera entrega en solitario. Un disco sorprendente, envuelto en una atmósfera más pesada –I wanna get high-, grabando con coros femeninos –We’ll get by- y guitarras bastante más afiladas –Omaha nights. Es Chris Robinson, el histriónico cantante de los renacidos Black Crows, quien se encarga de la producción. Algunos ilustres personajes se acercan a aportar su granito de arena, pero ninguno de estos vagabundos es Mark Olson.

 Discografía recomendada

 -         The Jayhawks: Tomorrow The Green Grass, Hollywood Town Hall, Rainy Day Music.

-         Golden Smog: Weird Tales.

-         Mark Olson: Salvation Blues.

-         Gary Louris: Vagabonds

Esto es… Prin lala: un timo

Esto es… Prin lala: un timo

Llegó a través de las manos de mi hermano, un broker a medio camino entre la oferta de Rockdeluxe y Uncut que, como yo, se la suele pegar más de una vez con sus inversiones.

 Prin Lalá es lo último que he escuchado. Un timo, vaya, para gente que se lo compra/descarga por moderno/alternativo, raro. Nadie se tomó en serio en su día a Miliki o Emilio Aragón. Es decir, es música para niños, igual que los payasos de la tele o cuidado con Paloma, que le han dicho que me la coma -¿era así no? Prin la la tiene que ser tratado como eso, no como algo exquisito que sólo mentes privilegiadas, los que buscan en los cubos de basura de las redacciones de Rockdeluxe o Mondosonoro, pueden apreciar.

 Ni siquiera la pretenciosa careta musical de algunas canciones –“Con gotas de limón”- salva un disco hecho con regusto precocinado para tontos, para piterpanes con ínfulas de sofisticados, para niños sin testiculina pero con pelo en las pelotas.

Por cortesía de la NASA, Ryan Adams

Por cortesía de la NASA, Ryan Adams

Desconozco si hay alguna empresa del entramado musical en la América profunda que se llame NASA. Si no existe tal, Ryan Adams es el tío más cachondo y con más ego del orbe que gravita entre cuatro acordes. Acabo de poner Heartbreaker por enésima vez, pero con este disco, como con las buenas películas o los libros que nunca releemos, ocurre que descubres algo nuevo cada vez que te vuelves a acercar a él.

 Ryan Adams appears courtesy of NASA. Será cachondo, el tío. Hizo un gran disco, lo sabía. Música de lo más humana que parecía venir de otro planeta, de ése que flota en cada uno, aquél en el que nos sumergimos para dejar desterrada la tristeza antes de volver a la Tierra. Heartbreaker fue hecho en otro cuerpo celeste invisible a los ojos, al que sólo se accede por oído. Estremece, encoge el diafragma, deja sin respiración y el aire sale por los poros que erizan el vello de los pelos.

 Trato de acercarme a una descripción objetiva de lo que se siente cuando su voz se esconde en la guitarra y Emmylou Harris pide llorando que algún día la lleves a casa. Esta búsqueda de significado tiene que ser, forzosamente, objetiva. No puedo ser el único loco que siente frío cuando suena Oh My Sweet Carolina. Tampoco creo que esté extraviado por pensar que es una genialidad escuchar los dedos golpear la guitarra en Call Me On Your Way Back Home. Ni pienso que soy el único raro al que se le cierran los puños cuando llega Come Pick Me Up.

 Venga de otro planeta, o de Carolina del Norte, Ryan Adams ha hecho en catorce años algunos de los discos que más brillan en mi estantería. Siempre están ahí, como estrellas tristes que no dejan de alumbrar entre la oscuridad, aunque sean reflejo de las depresiones que alguna vez te atraparon. Aunque ninguno de ellos llena tanto el vacío como Heartbreaker.

 **Feliz 2008 a todos. Sigo trabajando en la lista de los mejores discos de 2007. Espero completarla pronto, pero no es cosa fácil. Mi pereza puede con todo**

Expediciones monclovitas en busca de talento almacenado en acetato

Expediciones monclovitas en busca de talento almacenado en acetato

Los discos de la tienda de segunda mano de Moncloa atufan a viejo, a olvidado. Lo sacas del cartón y viene olor a almacén. Es posible que no los haya escuchado nadie en años. Más de los que tengo yo, casi seguro. Acabo de hacer 23 y no compro discos de los ochenta –bueno, alguno sí-.

Lo primero que hago al llegar a casa con una nueva remesa de hijos no es mirarlos, tocarlos, volver a leer los créditos, las canciones, sacarlos cuidadosamente, mirar los surcos a la luz y poner el primero, al azar. No, lo primero que hago nada más dejar la bolsa sobre la cama es lavarme las manos. Rebuscar en los estantes es asqueroso. Se ponen los dedos negros de tocar los discos. Algunos fueron puestos ahí antes de que el CD fuera un feto sobre papel. Mi hermano tiene otra teoría. Dice que la mayoría fueron empeñados por yonquis para poder pagarse un pico y, la verdad, es que la gente que he visto entrar para vender tienen pinta rara.

Hace falta bucear para rescatar cosas afines a mi gusto en medio de tan pantagruélico banquete de acetato. Hay, como en toda casa, cosas buenas y cosas malas. El otro día encontré Forrest Gump en láserdisc, camuflado entre bandas sonoras. En cambio, hay pescas que resultan agradables: grabaciones del Million Dollar Quartet –que, precisamente, fueron el 4 de diciembre de 1956-, por 9’50, o Comes a Time, de Neil Young, por 7’50.

Si quieres cosas actuales, mejor ir a otro sitio. Pero si te gusta cazar viejas glorias, la mayoría en buen estado, y discos ochenteros o raros –Deacon Blue, Bill Wyman en solitario…-, ésa es la tienda.

Actualización de emergencia para expulsar arañas y mantener los oídos bien abiertos

Actualización de emergencia para expulsar arañas y mantener los oídos bien abiertos

Me encanta sentarme delante del ordenador en mis tardes libres para escribir, borrar y rescribir líneas que intentan ser un nuevo post del blog. Llevo casi tres semanas sin picar nada nuevo para mis lectores -menguantes en número pero elefantiásicos en calidad humana- y ya me están entrando ganas de que sepan algo nuevo de mí.

Vengo de enterrar mis gafas de Harry Potter. Llevo usándolas desde primero o segundo de la ESO, incluso puede que antes, desde que David y Berta se las ingeniaron para perder las anteriores, y ya me hacían daño detrás de las orejas y en el tabique. Antes no había problemas con ellas: ni me había crecido la cabeza ni existía el mago adolescente que prefiere los trucos a las pajas.

Ahora en serio. Ya estoy empezando a trabajar en una lista de canciones y discos de 2007 que más me han gustado. Últimas recomendaciones:

- Dos bandas: la de caballos, que ha sacado Cease to Begin. Se mantiene al nivel primero, aunque ya se oye hacia dónde van los tiros: menos trabajo en letras y más en retorcer un estribillo para hacer un vídeo bonito y emitirlo en MTV. Bienvenido sea. El otro grupo es Band of Annuals, por recomendación de mi farmacéutico habitual. Suenan como si el Heartbreaker de Ryan Adams hubiera sido el último disco de Whiskeytown.

- No me canso de escuchar Gold, del de antes. Era el único disco suyo que me faltaba. El otro día lo compré en vinilo. Bendita panoja. Me lo sé de memoria y, aunque hay tostones infumables como Nobody Girl, Sylvia Plath o Enemy -enemy, no enema, Mr. Word- Fire, su primera parte, de New York, New York a When The Stars Go Blue, es uno de los mejores arranques que jamás he oído. Además, la edición que me he comprado viene con las caras B que sacaron en Estados Unidos. 21 canciones en total.

- Más: otra recomendación, unos tíos que se llaman Ox y que el año pasado sacaron un disco que se llama American Lo Fi. Por parte de mi hermano y de Neko Case, el último de The New Pornographers: Challengers. Grandes canciones en tiempos difíciles.

- Sigo: ¿cómo puede Wilco publicar su mejor canción del año fuera de Sky Blue Sky? The Thanks I Get ya la grabó Jeff Tweedy para su DVD en solitario, pero ahora la publica con el resto de la banda en el EP que se puede descargar en la página metiendo el disco original en el ordenador. Un chocho de proceso, a mí me costó una tarde entera.

- Otras voces: por fin he escuchado el primero de los Clap Your Hands Say Yeah.

- Otros ámbitos: me he bajado un EP de un compañero de la facultad. Me ha avisado varias veces: es muy raro. Ahora lo escucharé. Si queréis -debéis, vaya-, podéis descargarlo en su página: www.aguapixelada.es. El enlace está en la columna de la derecha, con el resto.

Bueno, ya os he puesto más o menos al día de mi discoteca y lo que me pasa entre oreja y oreja. A cuidarse.

In The Reins, Iron & Wine/Calexico

<i>In The Reins</i>, Iron & Wine/Calexico

Hay quien dice -lo juro- que los mejores discos son los cortos -no más de un equipo de fútbol de canciones- y que, generalmente, los discos largos -una convocatoria para un partido de Primera- suelen ser malos. No me decanto. Es cuestión simplemente de la actitud al escuchar los discos y la dosis de paciencia que le ponga cada uno. Reconozco que he podido escuchar Exile On Main Street del tirón muy pocas veces, pero sí lo he conseguido con Being There. No son malos discos, ni agotan la paciencia o piden a gritos un sitio cómodo en la estantería donde estar una larga temporada acumulando polvo.

También hay quien dice que los discos buenos tienen entre siete y ocho canciones buenas y el resto son "de relleno". Tampoco lo suscribo. Un disco bueno es un disco bueno y, aunque algunas canciones no estén a la altura de las que sustentan el conjunto, no desentonarán al escucharlo como una obra completa de x cortes. Y un disco bueno lo reconoces cuando, después de una primera buena canción, sientes que la segunda sigue coherentemente el sonido y/o el tema de la primera, y una tras otra se enlazan hasta que acaba sin que te hayas dado cuenta, lanzas un suspiro y parece que has vuelto de un gran viaje. Es como levantarte una mañana después de una gran noche de borrachera con los amigos, no padecer síndrome post intoxicación etílica y tener el mismo tipo de recuerdo fragmentado. Entonces, lo vuelves a escuchar una y otra vez.

Demos por cierto que los discos buenos tienen unas cuantas canciones-bulto. Entonces, aseguremos también que la Humanidad ha sido capaz de editar discos a los que les han quitado lo que no entra tan fácil. Y luego, vamos a intentar dar un ejemplo de un disco al que no le haya hecho falta quitar nada que algunos pudieran creer que sobra. Es decir, un EP o Mini LP -aunque algunos de estos siguen sin ser redondos pese a que tienen menos temas-.

Uno de estos es de los que voy a hablar: In The Reins, un miniproyecto -siete canciones- conjunto entre Iron & Wine y Calexico. Apenas media hora de disfrute reposado pero intenso. El músico nacido en Florida aporta su particular manera de cantar y la banda de Arizona sienta la base del que será el sonido de Garden Ruin, aunque no deja de lado las trompetas mariachis o las partes en castellano de algunas canciones -He Lays in the Reins-. La muerte, el sentimiento de estar perdidamente colado por alguien y el deseo marcan las letras -muy gráficas-, que transportan rápidamente a pueblos perdidos en la inmensidad de Estados Unidos -Red Dust, Sixteen Maybe Less o Burn That Broken Bed-. El susurro de Sam Beam se acerca a amores locos cuyo desquicio llevaría a prisión -Prison on Route 41-, pero alcanza su techo cuando se empasta en el conjunto de coros con John Convertino, Joey Burns y cía. -A History Of Lovers o Dead Man's Will, un experimiento gospel con guitarra acústica y voces que cantan desde la oscura profundidad de una tumba-. Y ya está. Siete canciones.

Es un disco variado, pero con una identidad inconfundible. No es ni Iron & Wine, ni es Calexico únicamente, pero ambos son identificables. Sin embargo, creo que es posible que satisfaga más a los puretas de los primeros que a los de los segundos -que no tienen razón alguna para salir defraudados-. Si no conoces a ninguno, esto funciona como un dos por uno: por la curiosidad de acercarte a uno, descubres dos.

**El disco más corto del que he hablado y el que más largo me ha quedado. Suerte y abrazos para todos**