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Los archivos lúcidos, aunque cada vez menos, que me hago mayor

Mark Olson y Gary Louris, en Neu!Club

Mark Olson y Gary Louris, en Neu!Club

 

Un frío de cojones, gargantas castigadas por los primeros azotes de la gripe global y la amenaza de lluvia fueron los prolegómenos más destacados del concierto de Gary Louris y Mark Olson en la sala Galileo -ahora Neu! Club- de Madrid. No me acordaré mucho de Ted Russel Kamp, el telonero, un tío con el pelo a lo Michael Bolton y camisa con chorreras que, sin embargo, agotó los discos a la salida y no tuvo otra idea más brillante que ponerse a firmar pegatinas en la puerta. No pude ver su actuación y no pude comprar su CD.

Lo que sí recordaré de la noche de ayer fue que estuve viendo el concierto de los frontmen de The Jayhawks justo al lado de los baños y que el público que abarrotó -de verdad, hasta la bandera- la sala tenía cistitis. Fue, como se dice de los partidos de fútbol, una actuación de menos a más, a pesar de un comienzo arrebatador con Nothing Left To Borrow. La cosa empezó con problemas de sonido: demasiada diferencia de voz entre Louris y Olson, que no arreglarían en todo el concierto, y algún pitido de acople. Sin mucho tiempo para la nostalgia Jayhawk, empezaron a caer canciones de Ready For The Flood, el primer disco de ambos juntos tras sus respectivos caminos por autopistas separadas.

Se acomodaron sobre el escenario, sustentados por la percusión de una tipa cuyo nombre no recuerdo, a medida que deshojaron la margarita del nuevo disco, producido por el cantante de The Black Crows, Chris Robinson, quien ya trabajó en el Vagabonds de Louris. Todavía no lo había escuchado, pero las canciones que tocaron me dejaron la idea de un álbum tranquilo con ecos de unos Simon & Garfunkel más vaqueros, como en Chamberlain, SD. La coordinación melódica de sus voces ha sido lo que convirtió algunas de sus obras en sobresalientes y lo explotaron hasta saciar, pero sin cansar, cosa que pasa a veces en alguno de sus discos.

Una vez pasado el repecho inicial y la meseta central de la presentación de Ready For The Flood, tiraron hacia el monte, como las cabras, y los grandes temas de su anterior formación fueron tomando más peso. Era a lo que todos íbamos, hecho que demuestra que han alcanzado ese status de artistas que poco o nada nuevo nos van a ofrecer en lo que les quede -algún día hablaré de alguno más que está en las mismas-. Así que, entre estribillo y estribillo llevado con maestría, nuevas canciones que ni fu ni fa, las intervenciones de un animoso Mark Olson al lado del tímido Gary Louris y la colaboración de un público dispuesto a combatir la cistitis escuchando el concierto desde el urinario, llegó el final. Ahora toca escuchar el disco y, si no nos gusta, volver a cosas como ésta:

 


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